El sol entró en Piscis. Mercurio se puso retrógrado en Piscis. Neptuno, el planeta regente de este signo, también está en Piscis.

Piscis por doquier. Respiramos, caminamos y nadamos en un mar infinito de ondas resonantes. La información viaja en forma de música, colores e imágenes; la sensibilidad está a flor de piel, y la resonancia con lo que nos rodea también.

Los bordes entre el adentro y el afuera se vuelven más difusos. La mente que quiere permanecer racional es invadida por confusión y falta de claridad. Tengamos paciencia, a no desesperar. Es momento de dejarnos llevar por este cambio de ritmo, más lento, más fluido, de mayor conexión emocional y empatía con uno mismo y con los demás.

Los sueños y las fantasías se ponen a la orden del día, haciéndonos volar de alegría, así como temblar de miedo. No creamos en todo lo que vemos, pensamos o escuchamos. El desafío está en animarnos a entregarnos a lo que sentimos, sabiendo que también puede ser una ilusión que nos lleve a un destino distinto del que visualizamos. No hay certezas ni garantías. El control también es una ilusión.

El agua que nos habita toma protagonismo para barrer, limpiar y terminar de agotar aquellos procesos que no hemos acabado. Hay un tiempo para cada cosa, un orden. Sintonicemos con él. Hagamos una pausa, dejemos que decante, y cuando llegue el momento de volver a activar, tendremos la claridad para saber qué queda y qué se va. Pero este es momento de frenar. No es tiempo de correr ni de resolver nada ya.

Mercurio nos invita a escribir y reflexionar, más que a decidir o discutir. Que la introspección y el sinceramiento con nuestros sentimientos nos guíen. Agudicemos nuestra sensibilidad para estar en sintonía con la energía presente.Sin apuro. Es tiempo de sentir. Hagamos silencio. Percibamos lo que nos sucede. Escuchemos.