La situación vivida durante la pandemia y el confinamiento ha condicionado la vida y la rutina durante la infancia y la adolescencia. Estar recluidos/as en casa sin poder salir al exterior, ha supuesto una nueva situación, nunca antes experimentada, demandando un gran esfuerzo adaptativo y generando, en algunos casos, cuadros de estrés, ansiedad, alteraciones del sueño y todo tipo de reacciones psico-emocionales que han afectado su salud, tanto a nivel físico como mental y emocional. Posteriormente, la vuelta a las aulas estuvo llena de incertidumbre hasta el último momento: adaptarse a los cambiantes protocolos, al distanciamiento social, a los grupos burbuja y, sumado a la experiencia anterior, supuso más esfuerzo adaptativo y más estrés, tanto en las primeras edades, como en la adolescencia.

Todo tiene varias interpretaciones y saber ver el lado positivo o “menos malo” ofrece nuevos puntos de vista. En algunas visitas a colegios, al preguntar al alumnado cómo habían pasado el confinamiento, sus respuestas eran muy positivas y muchas coincidían en que había sido lo mejor que les había pasado porque habían podido pasar más tiempo con sus progenitores a pesar de las circunstancias. Siempre se puede valorar y analizar lo acontecido desde el optimismo y pensar en la oportunidad, que gracias al confinamiento, han tenido las dos partes de pasar más tiempo juntas.

Y, curiosamente, ha sido durante el confinamiento y la eclosión de las tecnologías online, cuando muchas familias han descubierto el Yoga y han podido comprobar que es una actividad con infinitos beneficios para todos los miembros y que, además practicada en familia, ofrece una experiencia enriquecedora, convirtiendo el momento de la práctica, en un espacio de tiempo y calidad transformador.

La práctica de Yoga aporta recursos y técnicas enfocadas al autoconocimiento, favoreciendo la resiliencia, una cualidad indispensable que demanda este momento.

Escuela internacional de yoga

Conocerse para convivir, con uno/a mismo/a, y con el resto de seres humanos, porque a nivel social, la pandemia también ha provocado cambios y nuevas maneras de relacionarnos. Saber gestionar la soledad y el aislamiento que el confinamiento produjo, mantenerse enraizado/a frente a las consecuencias y sentimientos de segregación en la sociedad y aceptar las tan diversas emociones (impotencia, desmotivación, pesimismo…) experimentadas por las que niños y niñas han tenido que transitar, se convierten en competencias indispensables para la sociedad del futuro, sin olvidar que ellos/as forman una parte importante del presente.

el yoga como herramienta para la vida

Un detalle fundamental a tener en cuenta, son las repercusiones que tiene en la infancia, ver practicar Yoga a sus propios progenitores. En este sentido creemos que la mejor pedagogía está en el ejemplo y en posicionamiento e influencia: madres y padres son el libro de texto de la vida durante el crecimiento y desarrollo. Todos los beneficios de la práctica del Yoga también pueden aplicarse a una crianza consciente, transformando y convirtiendo a la familia en un núcleo único, empático con todos sus miembros, solidario y sobre todo fomentando la semilla de la consciencia que deseamos para nuestra sociedad.

En este histórico momento de cambios y “nuevas normalidades”, es cuando el Yoga se presenta más necesario que nunca, porque el mayor aprendizaje que nos deja la pandemia, es que debemos aprender a ser conscientes en todo momento, del momento presente, valorarlo y entender que vivimos en una realidad cambiante y que escapa al control que creemos tener.

Para las personas que tenemos el Yoga como estilo de vida, quizá, la gran “práctica” haya sido todo lo que ha acontecido con la llegada de la pandemia, el confinamiento y las continuas restricciones, protocolos y normativas con las que hemos tenido que vivir. Gracias a las técnicas y herramientas del Yoga, muchos hemos podido adaptarnos a los vaivenes y a la inestabilidad de las circunstancias tan insospechadas que la vida nos ha presentado. De ahí, comparto esta reflexión: ¿Cambiaría la sociedad a mejor si conociéramos el Yoga desde las primeras edades y en familia?

Como profesores y profesoras de Yoga podemos y debemos aceptar la responsabilidad, de ofrecer, a través del Yoga en la Educación, una gran ayuda y un impulso vital, para que el desarrollo y evolución de las futuras generaciones sea más holístico equilibrado e integral. ¿Qué sentido tiene realizar perfectamente un análisis sintáctico o resolver un teorema de Gauss si este conocimiento no va acompañado de herramientas y recursos para adaptarse a una situación como la pandemia y sus consecuencias? ¿Para qué aprender a situar a Júpiter en el sistema solar si no sé identificar ni qué hacer con una emoción cuando la estoy experimentando?