Alerta mundial: el calentamiento amenaza tu salud visual pues el incremento sostenido de las temperaturas no solo derrite glaciares y altera ecosistemas, también está impulsando un aumento preocupante de patologías oculares, según alertan recientes investigaciones.
Factores como el aumento de la radiación ultravioleta (UV), la degradación de la calidad del aire y los cambios drásticos en el clima están teniendo un impacto directo sobre la vista y el bienestar ocular de millones de personas.
Radiación ultravioleta y daño ocular
La intensificación de la radiación UV, vinculada al deterioro de la capa de ozono, incrementa el riesgo de desarrollar cataratas y otras afecciones visuales. Una exposición prolongada puede generar quemaduras solares en la córnea y acelerar el envejecimiento de los tejidos del ojo, comprometiendo la visión a largo plazo.
Aire contaminado y vista afectada
La polución atmosférica, agravada por el cambio climático, irrita la superficie ocular y potencia problemas como el ojo seco, la conjuntivitis o la degeneración macular. Las partículas finas, el polvo y gases contaminantes penetran en el ambiente y alteran la salud visual de manera silenciosa pero persistente.
Polinización alterada y alergias oculares

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La modificación de los ciclos climáticos está alterando las temporadas de floración, lo que incrementa la concentración de polen en el aire. Este fenómeno dispara los casos de conjuntivitis alérgica y otros trastornos en personas sensibles, intensificando los síntomas y prolongando su duración anual.
Fenómenos meteorológicos severos, como tormentas de polvo, huracanes o ráfagas intensas, pueden ocasionar daños físicos en los ojos por la exposición a arena y residuos transportados por el viento. Estas condiciones aumentan el riesgo de abrasiones corneales y traumas oculares.
Nuevas infecciones relacionadas con el clima
El calentamiento global también crea un entorno favorable para la expansión de infecciones oculares. Enfermedades como el tracoma —asociadas a climas secos y escasa higiene— podrían propagarse a nuevas zonas. Asimismo, las tormentas de polvo recurrentes facilitan la irritación y la entrada de bacterias en los ojos.
Las altas temperaturas aceleran la evaporación de la película lagrimal, aumentando la sequedad ocular, especialmente en quienes padecen síndrome de ojo seco. El uso intensivo de aire acondicionado y ventiladores agrava esta deshidratación, generando incomodidad y visión borrosa.
Para minimizar los riesgos, los especialistas recomiendan usar gafas con protección UV, hidratar los ojos con lágrimas artificiales, evitar ambientes con alta contaminación, acudir periódicamente a revisiones oftalmológicas y promover la conciencia sobre el vínculo entre cambio climático y salud visual.
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