Hace ya muchísimo tiempo que en Argentina y en el mundo hay un exceso de residuos producidos principalmente en los hogares. En Argentina se generan 45000 toneladas de basura por día, un valor prácticamente inimaginable de visualizar. Además de la cantidad generada, se suma el problema del tratamiento o manejo de los mismos. Por lo general, se utilizan basurales a cielo abierto en donde simplemente se quema la basura recolectada. Con esta práctica, se emanan gases tóxicos al aire, se estanca la basura en el suelo y en algunos casos los lixiviados de la misma ingresan al suelo contaminando también.

Sin embargo, es cada vez más común y cotidiano encontrarnos con programas de tipo municipal (principalmente) que fomentan la separación de residuos en origen. Separar el plástico, cartón, vidrio, o latas para luego reciclarlo es sumamente importante para reducir la generación de basura. Estas iniciativas son de suma importancia por diversos motivos. Reducen la contaminación del aire, agua y suelo; disminuye la aparición de enfermedades (producto de la emisión de gases y lixiviados); baja el volumen de basura a recolectar en los rellenos sanitarios o basurales a cielo abierto; se reutilizan materiales que pueden tener un segundo o tercer uso. Además, a nivel social y económico, se pueden generar nuevos puestos de trabajo ya que se suman actividades o tareas en torno al reciclado, la recolección y la transformación de los residuos.

Entre todos los residuos posibles, hay uno que es el que, quizá, puede generar mayores dudas a la hora de cómo tratarlos: los residuos orgánicos. Definimos residuo orgánico como todo residuo proveniente de organismos vivos. Entre estos podemos mencionar a los que provengan de animales o vegetales.

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En Argentina, aproximadamente el 50% de los residuos generados son orgánicos, con lo cual, representan un gran volumen de desperdicios

Los residuos orgánicos, principalmente los de origen vegetal, pueden someterse al proceso de compostaje. Esta dinámica consiste en propiciar las condiciones de humedad, temperatura y materia prima adecuadas para que los residuos vegetales orgánicos se conviertan en compost. El compost es un abono orgánico rico en nutrientes que se utiliza para fertilizar o aportar nutrientes a las plantas, ya sean ornamentales (flores, árboles o arbustos) y hortícolas (frutas y verduras para consumo).

Esta actividad puede llevarse a cabo en pequeños espacios a nivel doméstico, lo cual beneficiaría a la reducción de basura generada por casa. Sería interesante que, al margen del pequeño aporte que cada ciudadano haga a nivel individual en su hogar, se pongan en marcha diversos espacios o establecimientos con mayor capacidad de trabajo para que se realice una disposición de estos residuos y así generar un producto útil para todos: los ciudadanos y el ambiente.

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Es el caso de la ciudad de Buenos Aires, en Argentina. El GCBA puso a disposición puntos verdes en los cuales se pueden llevar los residuos orgánicos para luego compostarlos y utilizarlos para mejorar y rellenar parques y plazas de la Ciudad. Fomentar la participación ciudadana en temáticas ambientales es muy importante para que las personas puedan sentirse parte de la mejora en su entorno más cercano. Educar, capacitar y hacer llegar información de calidad es otro punto clave en la generación de conciencia sobre el cuidado del ambiente.

Masificar el compostaje, ya sea a nivel individual o colectivo, hará que en diferentes lugares donde el problema de la basura es un hecho, se saque provecho de un residuo sumamente valioso.

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Si querés comenzar a compostar en tu hogar, es importante que los residuos que incluyas no hayan sido cocidos ni condimentados. Disponerlos en pequeños trozos ayuda a acelerar el proceso, con lo cual, si los cortas previamente, mucho mejor. Al momento de armar el compost, se deben colocar capas de tierra, residuos orgánicos, y material seco (como hojas secas, cartón, etc.).

Una vez armadas las capas, se debe mezclar cada 15 días hasta que se comience a notar que los residuos “desaparecen” y se convierten en abono. El compost debe tener un color marrón como la tierra, y no debe emanar olor desagradable. Por último, si el compost se realiza en un contenedor, el mismo debe tener aireación y mantenerse en un lugar seco y reparado de las lluvias.