Japón posee una técnica que traslada árboles sin talarlos: el desarrollo urbano no siempre avanza a costa del medioambiente. Cuando un árbol interfiere con la construcción de una carretera u obra pública, existe una alternativa que evita su tala: una técnica de reubicación que preserva tanto al ejemplar como al ecosistema que lo rodea.
Esta práctica refleja una mirada cultural profundamente arraigada en el respeto por la naturaleza y se ha convertido en un ejemplo de planificación sustentable a nivel mundial.
¿Cómo es el proceso para trasladar un árbol sin dañarlo?
El método consiste en excavar cuidadosamente alrededor del tronco para extraer el árbol junto a su sistema radicular. Las raíces se aseguran con estructuras especiales —generalmente de madera y cintas— que mantienen la tierra compacta y protegen su integridad durante el traslado.
Una vez asegurado, el árbol es reubicado en otro punto cercano donde pueda continuar su crecimiento sin interrumpir las obras de infraestructura.
Por qué esta práctica es clave para el cuidado ambiental

Te puede interesar- Piñatex: el cuero que está reemplazando al animal
A diferencia de la tala tradicional, esta técnica permite conservar árboles adultos que cumplen un rol fundamental en la regulación del clima, la absorción de carbono y la biodiversidad local. Además, evita la pérdida de especies que tardaron décadas —o siglos— en crecer.
Este enfoque demuestra que el progreso urbano puede convivir con el cuidado del entorno natural si se priorizan soluciones innovadoras y responsables.
Una visión cultural que prioriza el equilibrio
En la cultura japonesa, los árboles no son vistos solo como obstáculos físicos, sino como seres vivos con valor simbólico, espiritual y ecológico. Esta concepción se traduce en políticas públicas y decisiones de ingeniería que buscan minimizar el impacto ambiental. El resultado es un modelo que combina tecnología, tradición y conciencia ecológica.
Un ejemplo para el resto del mundo
Mientras en muchos países la tala sigue siendo la opción más rápida y económica, Japón demuestra que existen alternativas viables para avanzar en obras sin destruir la naturaleza. Este tipo de iniciativas abre el debate sobre cómo repensar el urbanismo frente a la crisis climática global.
Global
