Amplias partes de los océanos se están convirtiendo en zona libre para la depredación del medioambiente. Cerca de 20 organizaciones regulan la pesca, la navegación, el turismo y la protección de los mares, pero solo hasta unas 200 millas marinas más allá de las costas. Luego empiezan las aguas internacionales, y allí los Estados ya no tienen potestad alguna, ni rigen las leyes nacionales.

Las aguas profundas constituyen más de la mitad de la superficie de la Tierra, así como un 61 por ciento de los océanos, pero solo el uno por ciento de esas aguas internacionales están protegidas. Los controles a la pesca ilegal, la sobrepesca, los daños a los ecosistemas, debidos, por ejemplo, a la minería submarina o a las perforaciones para extraer petróleo y gas, son muy escasos.

Luego de años de negociaciones, desde el lunes 20 de marzo, cuando comenzaron las negociaciones, y hasta el viernes 3 de marzo, en Nueva York, los gobiernos de 51 países se acercan a la ronda final del Tratado Global de los Océanos para una mayor protección de las especies y para el uso sostenible y la distribución de los recursos marinos.

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El mar, la economía y nuestra salud

Los recursos oceánicos no solo abastecen a los habitantes de las costas, sino a casi 3.000 millones de personas en todo el mundo. La industria marina provee un valor de 3 billones de dólares en todo el mundo, o el 5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) global. El mar no solo es importante para el turismo o la pesca, sino también para la producción de energía y hasta medicamentos.

El mar y el cambio climático

Más de la mitad del oxígeno de nuestra atmósfera es producido por las criaturas marinas. Al mismo tiempo, el mar almacena 50 veces más del perjudicial CO2 del que está presente actualmente en la atmósfera. Cuanto más se calientan los océanos, menos CO2 pueden almacenar, y eso significa que el mar puede protegernos cada vez menos de los fenómenos climáticos extremos. Y, con el aumento de la temperatura de las aguas, hay muchos crustáceos y caracoles que no podrán sobrevivir, lo cual desequilibrará biotopos enteros, además de paralizar sectores económicos que dependen, por caso, de la cría de ostras y mejillones.

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Un cardumen en el océano: la pesca ilegal y la minería submarina afectan las aguas internacionales.

La quema de carbón, petróleo y gas también afectan a las corrientes marinas, ya que calientan el agua. Ya hoy en día, eso puede ser mortal para los corales. Por ejemplo, las algas con las que viven en simbiosis mueren, y eso los afecta sobremanera.

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Cómo se pueden proteger de inmediato los océanos

Según la UNESCO, hasta finales de este siglo, cerca de la mitad de todas las especies marinas estará amenazada de extinción si algo no cambia significativamente. Eso no significa dejar de usar los recursos marinos, pero sí utilizarlos de modo que las aguas no sufran daños, o que, al menos, puedan recuperarse de ellos. Unos 10 millones de toneladas de peces y más de 4.500 peces de criadero se desechan luego de su pesca por malas prácticas pesqueras o de elaboración. Es algo que puede evitarse. Más del 80 por ciento de las aguas residuales del mundo se vierten al mar sin filtrar. En los países más pobres, incluso un 95 por ciento. Sistemas e infraestructura de vertido sostenibles protegerían los mares y contribuirían incluso a un mejor abastecimiento de agua.

Con las negociaciones para un Tratado Global de los Océanos, la Unión Europea y diversos países occidentales quieren impulsar un amplio acuerdo para la protección de especies y la concreción de los objetivos de protección del medioambiente de Kunming-Montreal de 2022. Esto incluye, entre otras cosas, lograr la conservación del 30 por ciento de las zonas terrestres y marinas de aquí a 2030.Sobre todo los países en desarrollo y emergentes están presionando para la introducción de un mecanismo que garantice la distribución justa de los recursos marinos.

Fuente: DW