La obra del Corredor del Beagle, por medio de la cual se construirá una ruta escénica en Tierra del Fuego (Argentina), supone un avance sobre los bosques nativos de la zona y sobre una importante área de turbera. Según denuncian ONGs locales, además de poner en riesgo el ecosistema, el proyecto es un peligro para el patrimonio cultural.

La Asociación Manekenk, la Asociación Profesionales de Turismo y la Asociación Bahía Encerrada iniciaron acciones legales. La causa se encuentra en curso en la justicia fueguina, pero “las obras están en marcha y la deforestación está avanzada, a pesar de la resistencia social que crece día a día”, indica el periodista Abel Sberna.

El 20 de agosto, en un paseo por la zona, Sberna encontró obreros realizando un desmote. Las imágenes que tomó se viralizaron y se hicieron manifestaciones contra el avance del proyecto.

“La zona afectada por deforestación es de difícil acceso, por lo que el público no ha podido visualizar, hasta ahora, con la viralización de imágenes de los árboles talados, el enorme impacto de una obra que gran parte de la población considera innecesaria”, explica el periodista.

Este domingo, se avanzó con la deforestación de dos kilómetros más en un lugar poco accesible, por lo cual la noticia de que se había arrasado con cientos de árboles llegó una vez que el daño ya estaba hecho.

¿De qué se trata el proyecto?

El Corredor Costero del Beagle es un proyecto del Gobierno de Tierra del Fuego que busca unir a la ciudad de Ushuaia con el Cabo San Pío, el punto extremo más austral de la isla, mediante una ruta que se extienda por toda la costa del Canal Beagle en un recorrido de aproximadamente 130 km.

La obra se realizará en tres tramos. El segundo solo implica el mejoramiento de una ruta que ya existe, pero para los otros dos se debe crear el camino, por lo cual están fuertemente cuestionados.

Sberna explica que el gobierno defiende la ruta con el argumento de que fomentará el desarrollo de la región, dará lugar a nuevas actividades turísticas, y ofrecerá un paseo para los visitantes.

“A pesar de estos dichos, no existen, o no se han dado a conocer, proyectos de desarrollo turístico o de otra índole que acompañen a esta ruta. Esto genera mucha preocupación, ya que se teme especulación inmobiliaria, emprendimientos turísticos de alta gama, explotación intensiva de recursos naturales (como turba o madera) y el desarrollo de las salmoneras en el Canal Beagle”, agrega el periodista.

Si bien se realizaron estudios de impacto ambiental, distintos especialistas alertaron que eran insuficientes para ser considerados como una herramienta adecuada para la toma de decisiones.

Por su parte, el nuevo gobernador electo, Gustavo Melella, expresó en diálogo con una radio local: “Creemos que es una obra que hay que repensar, que hay tramos que son innecesarios y se está perjudicando el patrimonio ambiental, el patrimonio natural de la provincia, y esos tramos hay que suspenderlos”.

¿Qué es lo que está en riesgo?

En el caso del primer tramo, la obra avanzará sobre bosques nativos de categoría 1, es decir, sobre áreas consideradas de muy alto valor de conservación y que no deben transformarse. Se trata de un ecosistema peculiar en Argentina, ya que es el único punto donde el bosque se encuentra con el mar. Hasta ahora, esa franja costera permanecía sin intervención significativa del ser humano.

“Mediante una declaración de utilidad pública de la Legislatura Provincial, nuestra ley de bosques permite que una obra afecte a bosques protegidos, por lo que no hay ningún impedimento legal para la obra, que ya lleva afectados por deforestación unos 4 kilómetros de bosques”, señala Sberna.

La creación de la ruta en ese sector no solo implica deforestar varias hectáreas del bosque nativo, sino que también pone en riesgo el hábitat de especies como el cóndor andino y el huillín, una especie de nutria. Ambos están en peligro de extinción.

“Además del daño directo, la apertura de la ruta implica un aumento de la vulnerabilidad, ya que el acceso que brindará dejará expuesto al bosque a situaciones derivadas del uso antrópico, como incendios forestales y contaminación”, alerta Sberna.

En el caso del tercer tramo, el problema es que avanza sobre una región de humedales compuesta principalmente por turberas, poderosas aliadas contra el cambio climático, ya que tienen la capacidad de almacenar el doble de carbono que toda la biomasa de los bosques de la Tierra, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Si bien cubren solo el 3% de la superficie terrestre, representan casi la mitad de los humedales del mundo.

Cerca del 95% de las turberas de Argentina se hallan en Tierra del Fuego, y en la ciudad de Ushuaia se encuentra el sitio Ramsar Glaciar Vinciguerra, que brinda protección a todas las turberas y cursos de agua asociados. En estas zonas habitan varias especies de aves.

“Un gran porcentaje de las turberas de la provincia se concentran en el extremo oriental de la isla, en la región de Península Mitre, zona que, a pesar de décadas de trabajo y reclamos, aún continúa sin protección”, indica Sberna.

El proyecto también es cuestionado por poner en peligro el patrimonio cultural, ya que el trazado de la ruta afecta zonas donde se encuentran yacimientos arqueológicos que aportan información sobre el pueblo Yagan, los habitantes originarios de las costas del Canal Beagle.