Desde el 31 de marzo de 2017, la ciudad colombiana de Mocoa vive una tragedia. Una avalancha de barro dejó más de 290 muertos en Mocoa y prácticamente se tragó parte de la ciudad. 

La aterradora avalancha llegó poco después de que algo muy similar ocurriera en Piura (Perú), cuando un huayco de barro y piedras tragó todo lo que encontró en su camino. En ambos casos, las intensas lluvias que se presentaron de forma repentina fueron las responsables.

Sin embargo, en Mocoa ocurrió una especie de milagro. Un barrio entero se salvó de ser tragado por el barro. Pero lo importante es la razón por la cual se mantuvo en pie: el barrio de El Carmen se salvó de la avalancha porque está rodeado por un bosque nativo.

Se sabe que los bosques previenen las inundaciones, y que la relación entre la deforestación y las inundaciones es inversamente proporcional: menos árboles, más inundaciones. De hecho, es fácil ver en un mapa cómo las inundaciones coinciden con las áreas de deforestación.

Los árboles actúan como esponjas que absorben las precipitaciones. Además, con sus raíces fortalecen los suelos y liberan agua a intervalos regulares. El bosque es una esponja protectora, que se encarga de contener el agua, regulando su flujo naturalmente.

Cuando la pérdida del bosque se suma, además, al aumento de las lluvias en algunas zonas causadas por el cambio climático, las consecuencias son devastadoras, y lo que acaba de suceder en Colombia y en Perú son ejemplos claros.

Pero lo que ocurrió con el barrio El Carmen es un claro ejemplo de lo contrario, es decir, de que cuidar los bosques es prevenir estas tragedias que cuestan miles de vidas. El bosque nativo que rodea al barrio protegió a sus habitantes de la avalancha de lodo y piedras que apareció durante la madrugada del 1 de abril, y las casas y animales del sector fueron de los pocos en Mocoa que se mantuvieron en pie.

Luego de que la vista aérea de la zona realizada para relevar los daños ocasionados por la avalancha revelara que el barrio lindero al bosque había permanecido intacto, funcionarios públicos anunciaron una estrategia para la recuperación ambiental de la cuenca alta y media del río Putumayo.

Las autoridades pretenden restaurar y reforestar la zona, aunque tal vez debamos preguntarnos porqué se piensa una estrategia de ese tipo recién ahora, cuando la tragedia ya ocurrió, si la relación entre deforestación e inundaciones es una realidad que se conoce hace tiempo, y los tres ríos que rodean Mocoa venían amenazando con desbordarse.

Mientras que las autoridades piensan en cómo recuperar la zona luego de la tragedia, un residente del barro El Carmen explicó a un periódico colombiano que la supervivencia del barrio y de sus vecinos se debió a que la propia comunidad se encarga de cuidar esa reserva arbórea.

Los habitantes del barrio cuidan de los árboles, protegen la quebrada, la limpian y se han negado a vender lotes para vivienda en ese perímetro, según explicó Grasse Vargas en conversaciones con el diario El Colombiano.

El caso de este barrio que pudo sobrevivir intacto a la catástrofe es un ejemplo de que todo lo que sabemos como teoría puede convertirse de un día a otro en realidad. De ese modo, los desbordes de los océanos, los cambios aún más bruscos del clima o la desaparición de reservas de agua dulce, por solo nombrar algunos casos, pueden ocurrir de un momento a otro, si no atendemos pronto los factores que los están causando.

La naturaleza intenta enseñarnos cómo protegerla, pero solo servirá de algo si le hacemos caso