La Asamblea francesa adoptó casi por unanimidad un proyecto de ley contra los residuos plásticos. El objetivo principal es reciclar los desechos de este material con el fin de suprimir los envases de un solo uso.

Fueron 41 los parlamentarios que se pronunciaron a favor de esta “ley contra el derroche y por una economía circular". Hubo solo una pronunciación en contra. Entre las metas que propone el proyecto se encuentran la reducción de un 50% de la comercialización de embalajes plásticos de un solo uso para 2030 y de un 50% suplementario para 2040.

También establece el objetivos de que, para principios de 2025, todo el plástico sea reciclado y se tendrá que disminuir, para 2030, la venta de botellas de plástico de uso único. Ademas, el plan indica que los restaurantes de comida rápida deberán eliminar de aquí a enero de 2023 los plásticos de un solo uso y no podrán regalar juguetes de este material a los niños.

Pero este no es el primer paso que toma Francia hacia la reducción de residuos: hoy, el país desperdicia tan solo un 1,8% de la producción de alimentos por año. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), uno de los principales beneficios de disminuir la cantidad de desperdicios alimenticios es la seguridad alimentaria. También implica una reducción de emisiones de carbono y un mejor uso de los recursos naturales.

Hacia una economía circular

La economía circular se caracteriza por ser reparadora y regenerativa, es decir, que todo producto, componente o recurso es parte de una cadena, de un ciclo, tal como sucede en la naturaleza.

La basura, en este sentido, no existe. Por eso su sentido circular, los residuos, o bien es devueltos de forma segura a la naturaleza, o son reutilizados como materias primas de un nuevo ciclo técnico.

Desde este concepto, los materiales nuevos deben ser reutilizables y/o biodegradables; se utilizan energías renovables; la obsolescencia programada no tiene lugar porque todo puede ser reparado; y el consumo es racional.

Si bien la economía circular todavía no se aplica a gran escala -sea por la falta de apoyo de la mayoría de los gobiernos, porque todavía no hay suficientes normativas que regules el uso de ciertas sustancias o recursos, o porque estamos acostumbrados a otro tipo de sistema-, Francia nos demuestra que cada vez está más cerca de que esta pueda hacerse realidad.

Fuentes

Agencia EFE