Aunque la medicina tradicional nos examine como partes fragmentadas, somos seres íntegros. Nuestro plano físico, emocional y espiritual forman un todo. Es por eso que, lo que sucede en uno de ellos, repercute en el resto, de manera positiva o negativa.

Si sueles sufrir de dolor de estómago y visitas al gastroenterólogo, posiblemente te envíe a realizarte análisis y otros estudios para conocer el estado de tu sistema digestivo. Y es importante que así sea, porque lo que nos sucede en el plano físico requiere atención rápida y concreta.

Pero al análisis clínico deberíamos adicionarle otro más sutil: el emocional. Esto es así especialmente cuando lo que nos duele o nos molesta es el estómago. ¿Por qué?

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El estómago tiene una importancia vital: procesa aquello que nos da energía, que nos nutre. A nivel emocional, este órgano se vincula con la manera en que "digerimos" la vida.

Para ejemplificarlo, piensa en una situación simple y cotidiana: estás cenando y discutes con alguien o recibes una noticia mala o preocupante. Es muy probable que eso que comas, aunque sea saludable en su composición, te caiga mal.

Con el dolor de estómago, tu cuerpo puede enviarte el mensaje de que hay situaciones o personas en tu vida que no estás aceptando, que no están nutriéndote como necesitas.

Si sufres de malestar en esta zona, además de analizarte físicamente, presta atención a tu corazón. ¿Qué hay en tu vida que te esté quitando energía? ¿Qué hay que no te esté haciendo sentir bien? ¿Qué te da acidez, te pesa, te duele?

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A través de los síntomas, el cuerpo nos manda señales todo el tiempo. Es importante saber leerlas para aprender de los mensajes que nos brinda. En verdad, no son más que las respuestas que solemos buscar afuera y que se encuentran dentro de nosotros mismos.

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Fuentes:

Cuerpo Mente