Okinawa es una isla japonesa donde muchos de sus habitantes superan los 100 años. ¿Cómo es posible que mientras tantos buscamos el secreto de la juventud, haya personas allí que parecen haberlo encontrado? ¿Cuál es el misterio que oculta esta isla ubicada en el remoto Mar de la China Meridional?

La respuesta es simple: sus habitantes son felices. Aunque parezca un concepto abstracto, para estas personas la felicidad se basa en unos simples preceptos con los que han logrado formar una sociedad solidaria y unida, donde no hay espacio para la negatividad, la envidia ni las malas energías.

Japón es el país con mayor cantidad de personas que superan los cien años de edad en el mundo. Pero lo que llama la atención no es solo el hecho de que alcancen ese número, sino el estado en el que lo hacen. La mayoría tiene una vitalidad que sorprende y un estado de salud admirable, acompañado de energía y una alegría contagiosa.

Entonces, ¿cuál es el secreto de los okinawenses? Desde que nacen, los habitantes de la isla aprenden ciertos hábitos que mantienen a lo largo de su vida:

Alimentación. Su dieta se basa, especialmente, en verduras y frutas. Algunas veces por semana consumen pescado y rara vez comen carne o productos lácteos.

Actividad física. Los okinawenses caminan, ¡y mucho! También practican tai-chi, meditación, respiración a conciencia, jardinería, y todo tipo de actividades al aire libre. Están en contacto con la naturaleza y el sol.

Interacción social. Los okinawenses consideran que el contacto con otros seres humanos es básico para alcanzar la felicidad. Han logrado establecer conexiones profundas y sinceras, dejando de lado las trivialidades de la competencia, la envidia y los celos. Tratan de fomentar la amistad, la sinceridad, el compañerismo y el dar amor sin esperar nada a cambio.

Actitud positiva. Mantienen una actitud positiva. No hay mayor fuerza que potencie y repare que la positividad.

Todos tenemos el poder de ser la mejor versión de nosotros mismos, de cambiar de actitud y de hábitos. Está en nosotros tomar la decisión de ser personas felices a pesar de las dificultades que podamos experimentar. Siempre hay luz, siempre hay una mano dispuesta a ayudarnos y un hombro donde reír y sentirnos acompañados. Hay que abrir los ojos y el corazón para poder verlos, y aunque cueste, ¡hacer ese clic puede cambiarnos la vida!

Si quieres conocer más sobre la felicidad y la vida de los habitantes de Okinawa, te recomendamos ver el documental ¨Happy¨.