Con un decreto promulgado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, que entró en vigor en enero pasado, México se despedirá paulatinamente del uso del glifosato y del maíz transgénico.

A fines de enero de 2024, ambos desaparecerán de los cultivos en el país, lo que convierte a México en el primero en la región en adoptar una decisión que molesta a las grandes trasnacionales de la agroindustria. Esa decisión lo sitúa junto a otros países como Austria, que prohibió el herbicida en 2019, y Alemania y la Unión Europea, que prevén una prohibición a partir de enero de 2024.

La compañía Monsanto, que compró el gigante Bayer en 2018, patentó el pesticida con la marca Roundup en 1974, pero desde el vencimiento de la patente en el año 2000 lo comercializan otras empresas, siendo el más usado del mundo.

"Es una decisión que en Greenpeace celebramos. Hemos luchado por más de 20 años por la prohibición del maíz transgénico y también de los plaguicidas altamente peligrosos, porque creemos que sus paquetes tecnológicos implican graves problemas para la salud y grandes costos para los gobiernos y la agricultura", señala Viridiana Lázaro, experta en agricultura de la organización Greenpeace México, en entrevista con DW.

La activista recuerda que el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC), de la Organización Mundial de la Salud (OMS), consideró al glifosato como probable cancerígeno.

Se intensifica la polémica

La polémica sobre los daños a la salud se ha intensificado en los últimos años. La Agencia de Seguridad Alimentaria Europea (EFSA) que consideraba que el glifosato no era cancerígeno, recibió una sentencia de la Justicia europea, obligándola a revelar los estudios sobre su toxicidad y carcinogenicidad. La Comisión Europea acordó en 2017 renovar hasta 2022 la licencia del herbicida, pese a la oposición de países como Francia. Los análisis que autorizaron el uso del herbicida han sido muy cuestionados.

Lázaro destaca que más de 1.000 estudios científicos han comprobado daños al medioambiente y a la salud de las personas provocados por el glifosato. "Entre los daños al medioambiente encontramos, principalmente, la contaminación del suelo, que provoca la muerte de la microfauna. Los suelos se erosionan, y como son grandes reservorios de carbono, estos se desprenden en la atmósfera, acelerando el cambio climático. El glifosato es soluble en el agua, y llega hasta los mantos freáticos y al agua que la gente consume en las comunidades, provocando daños a la salud humana y la fauna".

"Lejos de la realidad y el rigor científico"

Por su parte Cristian García de Paz, director ejecutivo de la organización civil Protección de Cultivos, Ciencia y Tecnología A. C. (PROCCYT) -un organismo que se entiende como mediador entre la agroindustria y el gobierno mexicano y cámaras industriales y empresariales- asegura que el decreto presidencial "prejuzga y tiene criterios que no se apegan a la realidad y el rigor científico".

"El glifosato es un producto que lleva más de 30 años de uso en la agricultura y otras aplicaciones, como el control de la maleza urbana, y ha demostrado ser un instrumento eficaz, de un costo-beneficio atractivo para los agricultores, sobre todo por su productividad, es un insumo que se utiliza en más de 30 cultivos en México", afirma en entrevista con DW.

En un comunicado de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), el responsable de Materiales y Actividades Riesgosas para el Medioambiente, Ricardo Ortiz Conde, advierte que el territorio cultivable en México abarca 24,6 millones de héctareas, un 13% del territorio nacional, equivalente a la superficie de Alemania, Dinamarca, Finlandia y Suecia juntos.

De las 21 millones de hectáreas cultivadas actualmente se obtienen 261 millones de toneladas de alimentos, lo que sitúa a México en el undécimo puesto de la producción agrícola mundial. En un 75% de esa superficie se utilizan herbicidas, sobre todo en la presiembra, aunque no todo es glifosato. En el cultivo del maíz (35%) es en donde más se emplean, seguido de cítricos (14%), praderas (12%), sorgo (11%), y algodón (5%).

En los últimos diez años Semarnat ha autorizado el ingreso al país de 485.340 toneladas de herbicidas, volúmenes que se han incrementado año tras año. Las principales trasnacionales presentes en el mercado mexicano son Bayer, Syngenta, Dow, BASF y DuPont

Más lluvia, más glifosato

Cristian García de Paz señala, por su parte, que el consumo de glifosato es variable porque depende mucho de las temporadas de lluvia: "Cuando llueve más se consume más glifosato porque la lluvia da la oportunidad a las malezas de crecer. Entre más agua, es necesario más herbicida para controlar el crecimiento de la maleza. El glifosato no es cancerígeno, no es tóxico, toda esa información es sesgada, basada más en ideología que en ciencia", asegura.

El director ejecutivo de PROCCYT asegura que, después de Brasil, México es el mercado más importante para la agroindutria en Latinoamérica. No sorprende la presión sobre el gobierno mexicano para hacerle reconsiderar su decisiónUn artículo del diario británico The Guardian reveló el pasado martes (16.02.2021) la presión de Bayer Monsanto, junto con funcionarios de la administración de Donald Trump, para revertir la pretensión del gobierno mexicano de prohibir el uso del glifosato.

El diario exhibió correos electrónicos entre funcionarios estadounidenses y su intención de canalizar la estrategia a través del nuevo Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). En 2018 México compró a Estados Unidos más de 3.000 millones de dólares de maíz transgénico, cuya producción asciende al 90% del maíz cosechado en el vecino país.

Intereses multimillonarios

"Las grandes trasnacionales buscan proteger su capital, sus ventas multimillonarias, pero hay que decir que México es autosuficiente en la producción de maíz blanco, que es el maíz que se consume en las tortillas y en la alimentación. México importa maíz amarillo, sobre todo de Estados Unidos, que se utiliza como pienso y en la agroindustria. Sin embargo se ha encontrado maíz transgénico y rastros de glifosato en las tortillas de grandes cadenas que importan maíz, como Maseca", explica Viridiana Lázaro, de Greenpeace.

La activista destaca que es posible la transición hacia una agricultura ecológica. "Promovemos principalmente el policultivo, que son diferentes especies en una misma parcela, también la asociación de especies, que ayuda a tener un equilibrio y a evitar plagas, así como el manejo integrado de plagas, que incluye desde bioinsumos hasta técnicas mecánicas. Esto puede aumentar la productividad de los cultivos hasta en un 25%".

Lázaro destaca las experiencias de campesinos que han dejado los agroquímicos. "Para ellos suponía un costo económico, pero al utilizar estas técnicas mejoraron la fertilidad del suelo y el manejo de las plagas. Aprendieron que, si utilizan fertilizantes químicos, estos producen una gran cantidad de nitrógeno, que atrae las plagas a los cultivos. Incluso algunos señalan que el argumento principal es que es más redituable económicamente".