¿Alguna vez has escuchado hablar de la tríada oscura de la personalidad? Se trata de tres rasgos fundamentales que miden la propensión de las personas para tener bajos niveles de simpatía, honestidad y humildad.

Estas características "oscuras" de la personalidad son maquiavelismo (cinismo, egoísmo, engaño, etc.), narcisismo (necesidad por la admiración de los demás) y psicopatía (manipulación emocional, bajos niveles de empatía, etc.).

Durante décadas, los psicólogos han estudiado el impacto de estos rasgos en la vida emocional, sentimental y laboral de las personas. Pero según algunos expertos, se ha prestado muy poca atención a los rasgos "luminosos" de la personalidad que nos convierten en personas confiables, amables, humildes y honestas.

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La tríada oscura nos convierte en egoístas y manipuladores.

Scott Barry Kaufman, de la Universidad de Columbia en Estados Unidos, es uno de los expertos que mantiene esta opinión, y esto lo motivó a investigar los rasgos que nos convierten en buenas personas: la tríada luminosa.

Estos son los tres rasgos fundamentales de una buena persona:

El humanismo es la creencia que nos lleva a respetar el valor y la dignidad de todos los seres humanos por igual.

Recibe su nombre del filósofo Immanuel Kant, y consiste en tratar a las personas como seres independientes y válidos, no como peones de nuestras propios cálculos y manipulaciones personales.

En redes sociales es común escuchar que un evento nos hizo "perder la fe en la humanidad", en el sentido de que nos volvemos desconfiados de las intenciones ajenas. La fe en la humanidad es la creencia de que los seres humanos somos buenos en principio, y que nadie tiene nada en nuestra contra.

Según Kaufman y sus colegas, realizar pruebas para medir los niveles de humanismo, kantismo y fe en la humanidad es una manera de dibujar un bosquejo general del carácter de una persona.

Los rasgos luminosos de la personalidad determinan la forma en la que nos relacionamos con los demás, desde ver lo mejor en las personas y ser capaces de perdonar rápido, hasta aplaudir los éxitos de otros, o sentirse incómodo manipulando a otros para que hagan lo que deseas.

Pero, ¿qué influencia tiene en nuestras vidas tener o no tener los rasgos luminosos de la personalidad?

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Según Kaufman, la clave para que una persona sea "científicamente buena" es que crea que las demás personas son en fundamentalmente buenas. Así, desconfían menos de los demás y sienten una necesidad menor por castigar a otros por sus errores.

Esta actitud no solo hace que sus relaciones con los demás sean más armoniosas, sino que influye directamente sobre su propio bienestar emocional. Kaufman indica que quienes obtienen puntajes más altos en estos indicadores están más satisfechos con sus relaciones y con la vida en general. También reportaron una mayor autoestima y un mejor sentido de sí mismos.

Entonces, ¿debemos todos hacer todo lo que podamos para actuar de esta manera? Sí, pero con medidas. Según, los expertos, lo mejor sería equilibrar estos indicadores con los aspectos "oscuros" que podemos aprovechar sin perjudicar a los demás.

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Los estudios demuestran que los rasgos oscuros y luminosos de la personalidad no son mutuamente excluyentes, es decir, es posible aprovechar los rasgos de ambos lados del espectro para enriquecer nuestras vidas.

Por ejemplo, Kaufman cree que ciertas cualidades oscuras de la personalidad nos convierten en personas más seguras, asertivas y valientes, características muy deseables en el campo laboral o del emprendimiento, por ejemplo.

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"Abrazar el lado oscuro es algo bueno, y usarlo de una manera saludable para lograr un potencial creativo óptimo es más importante que fingir que no está ahí", dijo Kaufman. Queda de nuestra parte aplicar nuestro propio criterio ante las situaciones y desafíos de la vida.

Fuente:

BBC Mundo