La crisis sanitaria actual nos ha llevado a preguntarnos sobre algunos aspectos del turismo como lo conocemos. Esta actividad, caracterizada por su constante dinamismo y reinvención, tiene un fuerte impacto ambiental. Contrario a la mayoría de las actividades económicas, la fortaleza del turismo depende en gran medida de la salud del ambiente. Desde esta perspectiva, el turismo puede y debe convertirse en un aliado del ambiente en el que se desarrolla.

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Las actividades que realizan los turistas tienen impactos positivos y negativos en la economía, en la sociedad, en la cultura local y en el ambiente. Dentro de las consecuencias negativas podemos mencionar la generación de residuos, el consumo desmedido de agua y energía y la pérdida de biodiversidad. Pero también trae mayor valorización de los recursos naturales y culturales, desarrollo local y creación de empleos y un aumento en la conciencia sobre el cuidado ambiental.

Hoy sabemos que la sociedad global demanda un desarrollo económico que no olvide la sustentabilidad: un crecimiento que concilie los intereses económicos con mejores condiciones de vida. En la última década, el turismo se consolidó dentro de la agenda de sustentabilidad como uno de los pocos sectores que pueden hacer una contribución positiva para alcanzar un planeta más saludable.

Turismo responsable

El Turismo Responsable busca orientar que toda actividad turística incorpore criterios de sustentabilidad y minimice los impactos negativos en el ecosistema, economía, sociedad y cultura del lugar en el que se desarrolla. Se trata de un movimiento más que un tipo de turismo específico.

El objetivo del desarrollo turístico es permanecer en el tiempo y mantener la rentabilidad, protegiendo los recursos naturales que lo sostienen y respetando e involucrando a la población. Debe considerar las tres dimensiones de la sustentabilidad -la economía, lo social y el ambiente- en un equilibrio a largo plazo. El turismo potencialmente puede lograr una gestión integral de los recursos que satisfaga las necesidades económicas y sociales y respete la identidad cultural, la diversidad biológica y los ecosistemas que sostienen la vida.

Este debería ser el objetivo fundamental de todos los tipos de turismo: cultural, deportivo, rural, educativo, ecoturismo, etc. También deben tenerlo en mente los sectores implicados en su realización: alojamientos, transporte, agentes de viaje, guías y actividades de esparcimiento.

¿Qué hace un turista responsable?

Lleva bolsas y botellas reutilizables y evita aceptar plásticos de un solo uso. Respeta la separación local de los residuos y digitaliza todas tus transacciones (reservas, billetes, mapas, guías, facturas) para reducir el consumo de papel.

Opta por transportes eficientes energéticamente con reducidas o nulas emisiones contaminantes. Intenta usar el transporte público y de ser posible, trasládate en bicicleta o caminando.

Prioriza establecimientos que sean responsables con el ambiente en función de su terreno, de los materiales con los que están construidos y del tipo y uso de las energías.

No malgastes energía. Sé consciente del consumo de agua y electricidad al igual que lo haces en tu hogar.

No sobrepases los límites establecidos en los espacios naturales, evita tirar residuos donde no corresponde y no alimentes animales nativos. Evita recoger plantas, piedras o corales y comprar objetos fabricados con materiales provenientes de la caza ilegal.

Consume productos y servicios propios de la zona que dinamicen su economía como alimentos de estación, comidas típicas, productos autóctonos y fiestas y tradiciones locales.

Conoce, comprende e intenta adaptarte al carácter, hábitos, normas y costumbres locales, sin imponer tu propio estilo de vida.

Y tu, ¿serás un turista responsable cuando vuelvas a viajar?