Puerto Pirámides es un pueblo patagónico escondido entre dunas y tan grande que, si quisieras, podrías recorrerlo en alrededor de media hora. Está ubicado dentro del Área Natural Protegida Península Valdés en Chubut, Argentina, y tiene la hermosa particularidad de ser el único lugar desde donde zarpan las excursiones de avistaje de ballena franca austral, especie que visita las costas del país año a año para pasar su temporada reproductiva y de cría.

Es ahí donde encontramos a “Del Nómade”, una hostería pequeña, cálida y pionera en alojamiento sustentable en la zona. Sin embargo, lo más llamativo (y valorable) es el enfoque que han adoptado a lo largo de los años para lograr ser amigables con el ambiente que los rodea: la simpleza por sobre lo complicado. Es que en un lugar como Pirámides, que existe dentro de un área protegida, donde los servicios no abundan y la ciudad más cercana está a alrededor de una hora, adaptarse al entorno se convierte en una cuestión casi pragmática.

De nómades para nómades

La hostería abrió por primera vez en 2008, y tuvo su génesis en un fotógrafo viajero que decidió, en el medio de su nomadismo, construir un lugar a donde poder volver. El objetivo de lo sustentable siempre estuvo y siempre fue un desafío, teniendo en cuenta las complejidades de su ubicación. Además de Alejandro y Cecilia, entraro a la ecuación Laura y Lala, dos licenciadas en turismo que fueron la primera cara visible de la hostería.

Al principio, al ser nueva la hostería, la demanda era baja”, nos cuenta Lala. Sin embargo, un par de años después apareció el boom de las plataformas turísticas digitales que junto con el esfuerzo de los propietarios en posicionar a Del Nómade, sumado a la calidez de sus anfitrionas, colaboró con incrementar la demanda y sostenerla.

Lee también: ¿Existe diferencia entre ecoturismo, turismo sostenible y turismo de naturaleza?

La atención es espectacular, son muy amables y dedicadas”, dice un comentario reciente. “La atención de Lala y Laura es única”, señala otro. “Las chicas que atienden le ponen todo su amor y dedicación.” “Realmente Lala y Laura y el equipo de mujeres del Nómade te hacen sentir en casa”.

Laura y Lala se convirtieron en administradoras de la hostería en 2012, “contra viento y marea,” como dice Lala. Es que esos comienzos no fueron sencillos—pero a medida que más viajeros se acercaban al lugar, también crecían los recursos e ideas que hoy convierten a Del Nómade en la hostería sustentable que es hoy. “¿Qué es ser sustentables para nosotras?” recuerda Lala que se preguntaron. “Algo simple, sostenible en el tiempo.”

Lo sustentable y lo simple


“No queremos ser un hotel de lujo. Somos gente que trabaja con gente; esta es nuestra casa y somos las anfitrionas, nos encanta cocinar y que la gente se sienta a gusto.” Esa es la impronta más fuerte de la hostería. Es que para ser sustentable, demuestran, no es necesario complicarse la vida. Ni lo ideal, en realidad. En lugar de pensar en últimas tecnologías o buscar extremos, optaron por apoyarse en los hábitos necesarios que demanda un lugar árido como Puerto Pirámides (como el cuidado del agua) y en pensar en cómo minimizar el consumo y los desechos que generaban.


Empezaron, entonces, cocinando lo que ofrecían, en esas épocas en las que el caudal de gente no abundaba y había tiempo para aprovechar. Hoy, el desayuno es completamente casero y evita los residuos tradicionales de la gastronomía. Después se fueron incorporando otras propuestas: la línea de cosmética natural de un cliente amigo, las mermeladas caseras de una emprendedora local. Separan los residuos y hacen compost, que luego se aprovecha en una huerta que crece detrás de la hostería.

Lee también: Viajes zero waste: 6 claves para una maleta sostenible y minimalista.

Pioneras y formadoras: el efecto dominó


Lo sustentable siempre va de la mano con lo local y lo comunitario. “Nuestro esfuerzo,” resume Lala, “va a todo lo que podamos hacer, a todo lo que sume.” Parte de este “sumar” incluye a la comunidad del pueblo y a sus visitantes, que a veces buscan la hostería por su propuesta ecológica y otras, seguramente, se van con algún nuevo hábito o consciencia que antes no tenían.


“Es nuestra casa,” dice Lala. “No nos imaginamos trabajando en otro lugar.” La sensación después de un par de noches en Del Nómade es esa: la de estar en casa. Lo mismo pasa con Puerto Pirámides, con la Península. Con sus acantilados y sus ballenas en la distancia. Y, si es nuestra casa, ¿cómo no querer cuidarla, en lo simple y en lo no tan simple?