Este 7 de abril la ONU celebró el Día Mundial de la Salud y aquí proponemos detenernos a reflexionar cómo el acceso a este derecho fundamental define el destino de cada persona en cualquier rincón del planeta; pero además qué lugar ocupa el agua segura en todo ese proceso.

Para empezar, es preciso decir que al hablar de acceso a la salud no sólo nos referimos a la posibilidad de obtener de manera oportuna un servicio médico de calidad. El goce de este derecho está directamente relacionado con el acceso a otros derechos humanos esenciales como “la alimentación, la vivienda, el trabajo, la educación, la no discriminación, el acceso a la información y la participación”, según señala la OMS.

Es por eso que el grado de vulnerabilidad al que está expuesta una persona desde su nacimiento, define la calidad de vida que tendrá y sus posibilidades de desarrollo. En un mundo con más de 700 millones de personas pobres viviendo sin acceso a los servicios básicos, el agua representa un bien público de primerísima importancia.

niña sonríe con un vaso de agua

La pandemia producida por la COVID-19 ha resignificado entre otras cuestiones algo tan cotidiano como el lavado de manos, como una de las medidas preventivas de esa y de tantas otras enfermedades. Pero además nos muestra la evidente desigualdad en el acceso al agua y las consecuencias sanitarias que eso ha traído en todo el planeta. No hay lavado de manos posible, sin agua constante, suficiente y disponible al alcance de todos.

La OMS estima que todos los años 1.800.000 personas mueren de enfermedades diarreicas; la mayoría de ellas son menores de cinco años de edad. Se calcula que el 94% de los casos de diarrea podrían evitarse aumentando la disponibilidad de agua segura y mejorando el servicio de saneamiento e higiene.

Es que el agua es el punto de partida en materia de prevención de enfermedades y cuidado de la salud, es por eso que la crisis climática que profundiza año a año su escasez y pone en juego la seguridad de las poblaciones expuestas a desastres naturales, es muy especialmente una crisis sanitaria global.

agua

En la actualidad son 2.200 millones de personas quienes no tienen acceso a servicios de agua potable gestionados de forma segura y 4.200 millones quienes no tienen garantizadas las condiciones de un buen saneamiento. Las prácticas de higiene inseguras tienen un impacto devastador en la salud, especialmente reflejado en las tasas de mortalidad infantil que señalan que más de 297 mil niños menores de cinco años mueren cada año debido a las enfermedades causadas por la falta de acceso a los servicios WASH (agua, saneamiento e higiene en Inglés).

En un día como hoy y todos los días, no demos por sentado la anomalía que representa que el acceso al agua segura es un privilegio de algunos pocos, cuando debería ser un derecho para todos y todas. La posibilidad que tienen los millones de niños que siguen naciendo en todo el planeta de llevar adelante una vida plena y de gozar de buena salud, depende en gran parte de la gestión que cada ciudadano, empresa, gobierno, organización hacen todos los días del agua disponible.

Cuidemos el agua, aportemos todos y todas a construir un mundo más justo y saludable.