Por: Dr. Salvador Mut, Director del Máster Oficial online en Bioética

Desde que a principios de los años 70 del siglo pasado se acuñó por primera vez el término Bioética (Potter, 1971) hasta hoy en día su evolución y presencia en los estudios de salud se ha ido incrementando. La principal razón para ello ha sido el desarrollo de las técnicas médicas (avances en trasplantes de órganos, técnicas de reproducción asistida, tratamientos en las UCIs…) y la necesidad de cuestionar qué conductas son aceptables y cuáles no.

La bioética no es una ciencia, ya que dependiendo de qué tipo de principios se aplican al análisis y control de las técnicas biomédicas podemos tener una bioética laica, o adaptada a una religión (cristiana, musulmana o judía), o utilitarista. Pero la bioética tampoco tiene carácter de un cuerpo doctrinal, es más bien una colección de principios (de carácter teórico) y reglas (de carácter práctico) que sirven como guía para afrontar el comportamiento frente a las situaciones reales del día a día en la práctica clínica.

Aunque el concepto de bioética como tal es reciente, como ya hemos visto, los principios éticos han estado presentes en la medicina desde el principio, basta con recordar el llamado “Corpus Hipocraticum” que contiene el conocido juramento hipocrático que ha regido el comportamiento ético de la profesión médica.

manos medico corazon

No fue hasta mitad del siglo XX, cuando la sociedad mundial quiso darse una serie de códigos éticos para los profesionales de la salud, apareciendo así por orden cronológico el Código de Nuremberg, la Declaración de Ginebra sobre los principios de la moral ética, la Declaración de los derechos humanos, la Declaración de Helsinki sobre los principios éticos en las investigaciones médicas en seres humanos (1964) y el informe Belmont en el que se basa toda la bioética actual.

Toda esta evolución de la bioética ha tenido su reflejo en los estudios de Medicina (y de otras profesiones sanitarias). Allá por el siglo XIX los estudios de medicina en España contienen alguna asignatura que comprende el concepto “moral” casi siempre junto con otros conceptos como la filosofía médica, la historia de la medicina o la bibliografía médica. En estas asignaturas se explicaba una ética paternalista, clásica, basada en la beneficencia y en el ejercicio profesional asentado en las virtudes. La situación permaneció inalterada hasta mitad del siglo XX.

A partir de los años 70 y 80 del siglo XX, las universidades españolas empiezan a incorporar asignaturas relacionadas con la bioética con una amplia variedad de criterios y de acepciones. Hoy en día los planes de estudio de la mayoría de universidades en España la bioética es una asignatura de carácter obligatorio. Todo ello nos lleva a resaltar la necesidad de que todos los profesionales sanitarios se formen de manera adecuada en bioética.

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Es necesario, porque los avances en las técnicas médicas implican cada vez más tomar decisiones que tienen un carácter más ético que médico y que implican muchos aspectos de la práctica profesional sanitaria.

¿Qué tratamiento aplicar? ¿Qué elegir, mayor cantidad de vida o mejor calidad de vida? Pero no sólo eso, ¿Se puede manipular la biología en función de los intereses personales y no de una necesidad médica? O algo que en medio de esta pandemia han vivido los profesionales médicos, ¿Cómo deben distribuirse los recursos sanitarios cuando son escasos? ¿Qué criterios se deben de emplear en el triaje de los pacientes?

Son preguntas complejas que, sin dudas, requieren de una base ética sólida.