Si bien el llanto es un mecanismo presente desde el momento mismo del nacimiento, la ciencia ha dedicado décadas a entender el origen, el porqué y la fisiología de este comportamiento.

El llanto se define como el proceso de producir lágrimas en respuesta a una emoción, y se diferencia de la lagrimación en que esta última es la producción de lágrimas con la única finalidad de mantener el ojo húmedo o arrastrar posibles irritantes o cuerpos extraños fuera del globo ocular.  

El llanto emocional parece ser desencadenado como una respuesta del hipotálamo a las emociones fuertes, tras las que produce unas sustancias químicas denominadas neurotransmisores que viajan a diferentes partes del cuerpo para inducir una respuesta. En el caso del llanto, el neurotransmisor producido se denomina acetilcolina, y es el que desencadena la producción de lágrimas mediante la estimulación química de las glándulas lagrimales.

Llorar de alegría o llorar de tristeza

Es curioso que, si bien podemos analizar racionalmente una situación y clasificarla como “de felicidad” o “de tristeza”, nuestro cerebro no distingue el origen de las emociones intensas, y responde a todas de la misma forma.

Al enfrentarnos a una situación de emociones intensas (ya sean negativas como la tristeza o el miedo, o positivas como la felicidad y el alivio), la glándula pituitaria secreta ACTH, llamada también hormona adrenocorticotrópica, que estimula a las glándulas suprarrenales a producir cortisol, u hormona del estrés.

El cortisol es responsable de preparar el cuerpo para una respuesta de lucha o de huida, incrementando la presión sanguínea, el nivel de azúcar en la sangre y dilatando los vasos sanguíneos. Cuando no hay nada que podemos hacer físicamente acerca de la situación de estrés, el cortisol no es necesario y la ACTH comienza a acumularse en el organismo.
Una de las vías mediante las cuales se secreta el exceso de ACTH es a través de las lágrimas.

Investigadores del Centro Médico St. Paul-Ramsey de Minnesota llevaron a cabo un experimento en el cual analizaron dos tipos de lágrimas: las de origen emocional y las que surgen de irritantes (como polvillo o cebollas), y encontraron que las lágrimas emocionales contienen niveles mucho más elevados de hormonas como la prolactina y la hormona adrenocorticotrópica (un excelente indicador de un aumento de la ansiedad y/o el estrés) y una cantidad considerable de encefalina, un pentapéptido que interviene en la regulación del dolor y funciona como un analgésico natural producido por nuestro propio cuerpo.

Todas las hormonas encontradas en las lágrimas analizadas en este experimento son producidas cuando el cuerpo se encuentra bajo estrés. Las lágrimas emocionales tienen también cuatro veces potasio que la que normalmente se encuentra en el plasma sanguíneo, y 30 veces la concentración de manganeso, un elemento cuyas altas concentraciones aparecen en los cerebros de personas que sufren de depresión crónica.

¿Para qué sirve llorar?

La función evolutiva de la acción de llorar todavía no ha sido comprobada, aunque existen numerosas hipótesis al respecto. Se excluye de estas hipótesis el llanto de los bebés, que lo utilizan como medio de comunicación con el entorno, siendo sin embargo probable que, fisiológicamente, el origen del llanto en sí se lleve a cabo por los mismos mecanismos que en los adultos.

La hipótesis más aceptada por la comunidad científica supone que el llanto en un animal o humano adulto, al confundir la visión, puede desvirtuar las acciones agresivas o defensivas y funcionar como una señal confiable de apaciguamiento, necesidad o apego. El Dr. Oren Hasson, psicólogo evolutivo del Departamento de Zoología de la Universidad de Tel Aviv, explica que el llanto demuestra vulnerabilidad y sumisión a un agresor, mientras solicita simpatía y ayuda y señala un apego emocional compartido.

¿Es normal llorar mucho?

Sea cual fuere el origen del llanto, la duración promedio es de 2 minutos en caso de felicidad u otras emociones positivas y unos 7 minutos en caso de tristeza u otras emociones negativas.

Debido a que una de las hormonas secretadas durante el estrés es la prolactina (la principal hormona encargada de la lactancia) y la misma presenta valores sanguíneos más altos en las mujeres, las mismas lloran en promedio unas 5 veces más que los hombres.

Sin embargo, un llanto desproporcionado, imparable o que carece de razón aparente es un claro síntoma de un desequilibrio que ha de ser tratado por un psicólogo profesional que, antes que nada, intentará discernir si se trata de un desequilibrio emocional, hormonal o de neurotransmisores, para poder así programar una terapia adecuada o derivar al profesional correspondiente.