Es normal tener dudas acerca de nuestro lugar en el mundo, y el camino que debemos coger para lograr nuestros objetivos.

Ante la incertidumbre que genera tomar decisiones, muchas veces optamos por el camino que otros han recorrido antes. Después de todo, ellos llegaron, ¿No?

Esta historia te ayudará a descubrir por qué siempre la mejor decisión es encontrar el mejor camino por ti mismo.

Hace muchos años, después de una larga y dura sequía, un grupo de mujeres de una aldea necesitaba conseguir comida para alimentar a sus hijos. Abhigya, la más anciana del grupo, decidió buscar información y descubrió un mapa que señalaba un árbol de mango.

El camino para llegar a él parecía peligroso, pero tener como recompensa la dulce fruta parecía una oportunidad imperdible. Convocó a dos jóvenes, Abhaya y Agrata, y les preguntó si estarían dispuestas a hacer el viaje, puesto que Abhigya ya no tenía edad para hacerlo. Las dos jóvenes eran valientes y dijeron que sí al instante.

Abhaya, la más osada de las dos, tomó enseguida la delantera, siguiendo estrictamente las indicaciones del mapa. Mientras, Agrata la seguía.

A poco de haber comenzado el viaje, una tarántula picó a Abhaya. Agrata auxilió a su compañera y, aunque confirmó que no se trataba de una picadura mortal, le sugirió a Abhaya que cambiaran de camino ya que ése estaba plagado de insectos y era muy peligroso.

-No, Agrata, este es el camino marcado para llegar al árbol, debemos seguirlo para poder alcanzarlo -replicó Abhaya disimulando los calambres dolorosos que todavía le provocaba la picadura.

Las jóvenes prosiguieron la marcha a buen ritmo, hasta que Abhaya se rozó con una ortiga. Agrata ayudó a su compañera extrayendo jugo de las mismas ortigas y extendiéndolo sobre su sarpullido.

-Vamos a probar otro camino, Abhaya, uno sin ortigas -propuso de nuevo Agrata. Abhaya se negó, volvió a recordarle que aquélla era la ruta que les llevaba al árbol.

Siguieron caminando, y siguieron sucediendo calamidades, pero finalmente, lograron llegar al árbol de mango. Abhaya estaba agotada y malherida. Agrata se ofreció para cargar con la cesta, a condición de que volvieran por otro camino. Abhaya, casi sin fuerzas, aceptó.

La vuelta se desarrolló sin incidentes. Agrata no conocía bien el camino, pero lo iba eligiendo de acuerdo a su instinto, su sabiduría y su experiencia. El viaje de regreso fue tranquilo y sin complicaciones.

Cuando por fin le entregaron la cesta de mangos a Abhigya, le contaron lo que había sucedido. Ella las escuchó atentamente y les preguntó:

-¿Qué han aprendido hoy?

-La terquedad y la rigidez pueden ser peligrosas- respondió Abhaya.

-Quien dibujó el mapa nunca había ido a coger mangos de ese árbol -respondió Agrata.

La historia de estas valientes mujeres debe recordarte siempre que tú sabes mejor que nadie cuál es tu camino en esta vida.

Has atravesado mucho, y eso te ha dado sabiduría. Has logrado comprender muchas cosas, y otras las estás aprendiendo. Pero sobre todo, conoces bien tus capacidades y tus defectos.

Repetir los pasos de otro puede (o no) llevarte a la meta. Pero quizá no era el camino para ti.

Sobre todo, porque tal vez la persona que escribe tu mapa nunca transitó verdaderamente el camino.

Fuentes:

La Mente es Maravillosa