Dice la tradición que el bambú japonés crece de un modo muy particular. Para la cultura zen, el relato de la forma en la que germina su semilla es una metáfora del trabajo necesario para cumplir un sueño.

La historia del crecimiento de bambú es una leyenda que cuentan los sabios:

"Hay algo muy interesante que sucede con el bambú japonés y que nos enseña una importante lección. Cuando un cultivador planta una semilla de este árbol, el bambú no crece inmediatamente por más que se riegue y se abone regularmente.

De hecho, el bambú japonés no sale a la superficie durante los primeros siete años. Un cultivador inexperto pensaría que la semilla es infértil, pero sorprendentemente, luego de transcurridos estos siete años, el bambú crece más de treinta metros en solamente seis semanas.

¿Cuánto podríamos decir que tardó realmente en crecer el bambú? ¿Seis semanas? ¿O siete años y seis semanas? Sería más correcto decir que tardó siete años y seis semanas. ¿Por qué?

Porque durante los primeros siete años el bambú se dedica a desarrollar y fortalecer las raíces, las cuales van a ser las que luego de estos siete años pueda crecer tanto en solamente seis semanas. Además, si en algún punto en esos primeros siete años dejamos de regarlo o cuidarlo, el bambú muere". 

bambu

Este relato, que en la cultura zen y oriental ha sido transmitido de generación en generación, tiene más de una enseñanza. Una de ellas es que lo que se ve fácil, en realidad no siempre lo es. Cuando el bambú parece crecer treinta metros de un día para otro, en realidad ha estado preparándose siete años para eso. 

Además, el cuento nos hace un llamado a conservar la paciencia y esperar con calma, porque los resultados del trabajo y de la espera llegan, y son asombrosos. 

Por último, un detalle importante es que la semilla, durante esos siete años que no crece, no es indiferente al amor que recibe: cuando no se cuida, el crecimiento de sus raíces se interrumpe y muere, y los años que lleva de preparación ya no sirven para nada. Pero cuando se le da amor y se la riega por siete años sin esperar nada, el tiempo nos regala el milagro de la vida.

Todo lo que esta historia tiene para enseñarnos se puede resumir en una frase:

"Si no consigues lo que aspiras, no desesperes... quizás solo estés echando raíces".

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