La cultura es una masa informal de conocimiento, sentires y vivencias que convergen en caos. Es difícil entender qué aceptamos como cultura y qué es lo que dejamos fuera, pero sin duda, podemos establecer que el conocimiento siempre es algo fundamental en ella.

Hoy nuestra cultura puede estar alejada de ciertas cosas que antes eran una norma, entre ellas la religión. Aunque cada vez está más alejada de la gente, la Iglesia continúa siendo importante en la vida de millones de personas, y por eso, aunque muchos no nos enteramos, sigue actualizándose.

Es por eso que mientras sabemos de la existencia de santos que sirven a las causas de los perdidos, santos que están para ayudar a los exploradores y más, tal vez nunca relacionaríamos a un santo con algo tan novedoso como Internet.

Sin embargo, sí hay un santo de Internet y su nombre es San Isidoro de Sevilla, un santo conocido por escribir todo lo que conocía, pues su misión era darle al mundo un entendimiento de todo lo que existía. Hoy, con Internet, que tiene esa función –aunque muchos lo usemos para escuchar música y compartir memes–, podemos entender que la labor de San Isidoro de Sevilla realmente puede convertirse en una realidad.

San Isidoro vivió en el siglo VI, una época en la que el cristianismo se estaba expandiendo por todo el mundo. Él tuvo la suerte de llegar a los altos mandos de la Iglesia y con ello tuvo acceso a textos que casi nadie entendía o podía interpretar ­­–cabe recordar que la mayoría de la humanidad era analfabeta–. Por eso Isidoro se dedicó a recopilar lo que él consideraba importante de estos libros y escribió, en 20 tomos y más de 400 capítulos, la historia de la existencia.

Isidoro redefinió términos como Historia o Literatura, además de hacer teoría musical y trazar la historia de la Iglesia desde sus orígenes. Su labor no pasó desapercibida, pues durante toda la Edad Media, las palabras de San Isidoro fueron las de la verdad. Él podrá ser considerado el santo de Internet, pero durante mucho tiempo fue el único que había logrado recopilar en una especie de enciclopedia el conocimiento útil de la humanidad.

Aunque la Iglesia aún no lo reconoce como el santo de la Internet, el papa Juan Pablo II fue el que lo nominó. Tal vez pronto se le de el lugar que merece. Realmente creó el “Internet” de su época y por eso, más de 1300 años de su muerte, es importante recordarlo y darle valor al trabajo de las personas que como él, luchan por mantener vivo el conocimiento de la humanidad.

Fuente:

Telegraph