Esta inspiradora historia tiene lugar en Michigan, Estados Unidos, donde una pareja decidió expandir su familia de una manera única y hermosa. Todo comenzó cuando Brandon Boyer, el esposo, visitó un refugio de animales en busca de gallinas, pero lo que encontró fue mucho más que eso: una cachorra de solo dos meses, una mezcla de labrador y golden retriever, con labio leporino. Así lo compartió Ashley Boyers, su esposa, en una entrevista con Fox News.

Ashley recordó cómo su esposo la llamó emocionado desde el refugio: "No encontré gallinas, pero hay una cachorra", le dijo. Sin dudarlo, y a pesar de no estar presente físicamente, Ashley vio al cachorro a través de una videollamada y supo de inmediato que debían darle un hogar. Tenían la firme convicción de que esta perrita, a la que llamaron Lacey, sería la compañera perfecta para su hijo Bentley, de apenas 2 años.

Desde el primer encuentro, Bentley y Lacey establecieron un vínculo especial. Comían juntos, jugaban juntos y compartían sus días en completa armonía. Para Ashley, esta conexión es un regalo invaluable para su hijo. Ella espera que Bentley crezca junto a Lacey y que esta amistad le brinde confianza, recordándole que nunca está solo en su camino.

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Ashley también reflexionó sobre el significado profundo de esta relación: "Creo que para él, tener una cachorra con la misma condición de nacimiento que él tiene será aún más significativo. Demuestra que ninguno de ellos es diferente de cualquier otro niño o cachorro de su edad; ambos son iguales entre sí y a todos los demás". Bentley ya ha pasado por dos cirugías para corregir su labio leporino, y esta amistad especial parece ser un hermoso capítulo en su viaje hacia la aceptación y la autoconfianza.

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Esta historia es un recordatorio conmovedor de cómo el amor y la empatía pueden superar las diferencias y crear lazos profundos entre seres vivos. En un mundo que a veces puede ser desafiante, Bentley y Lacey nos muestran la belleza de la conexión y la importancia de encontrar la compañía perfecta en quienes nos aceptan tal como somos.

Fuente: La Nación