El accidente nuclear de Chernóbil sucedió en 1986, pero la vida prosigue en derredor al viejo reactor nuclear. Se sabe que plantas y vegetales han padecido cambios genéticos. No obstante, ahora se ha encontrado un hongo que ha mutado, un organismo que transforma radiación en energía.

¿Cómo se ha descubierto este hongo? Es un hallazgo de los científicos que indagan en Chernóbil. Hombres y mujeres que investigan los efectos de la radiación en los seres vivos.

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¿Un hongo puede convertirse en fuente energética?

El nombre científico del hongo en cuestión es Cryptococcus Neoformans. Acontece que tiene la capacidad de descomponer material cargado de mucha radiactividad, como es el caso del grafito caliente, uno de los elementos más abundantes en las ruinas de Chernóbil.

Dicho grafito tiene la capacidad de absorber la radiación, siendo por eso empleado para contenerla. No obstante, queda tan cargado de radiactividad que se convierte en venenoso para los seres vivos.

Paradójicamente, este hongo hecha raíces justamente donde abunda este grafito. Es así como un grupo de biólogos ha deducido que este espécimen absorbe la radiactividad y la aprovecha en sus procesos vitales.

¿Cómo logra el Cryptococcus neoformans usar la radiación?

Este hongo fue avistado en 1991. No obstante, recién en 2007 la profesora Ekaterina Dadachova, de la Universidad de Saskaechewan, publicó una investigación sobre este tema en la revista Nature.

El hongo en cuestión es radiotrófico, de mucha melanina (un pigmento también presente en la piel de los humanos). Sucede que la melanina puede absorber la radiación con mucha eficacia. De esta manera, el hongo usa esta radiactividad para convertirla en otras manifestaciones de energías. Verbigracia, en electricidad.

Se trata de un descubrimiento maravilloso, pues muchas veces nos preguntamos si aprendimos la lección de Chernóbil. Todos conocen los dañinos efectos de la radiación, pero la naturaleza parece darnos una solución a este problema.

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¿Se puede usar este hongo con fines provechosos?

¡Por supuesto que sí! Ya se ha detectado que las sustancias de este hongo son biocompatibles con los seres humanos. ¡Algo fantástico!

Se espera utilizar las sustancias del hongo en tratamientos contra el cáncer.  La esperanza es que atenúe las severas secuelas de las radioterapias.

Asimismo, se puede usar este hongo atender a quienes viven en sitios como las Islas Marshall: un lugar del mundo con más radiación que Chernóbil. También, manipularlo para diseñar una protección biológica para los ingenieros de centrales nucleares.

¿Puede un hongo salvarnos de los efectos de radiación? Está demostrado que si es posible. A su vez, este hongo puede ser el núcleo de tratamientos contra los carcinomas. La naturaleza nos obsequia una esperanza. ¡Hay que saber escucharla!

FUENTES

Ignisnatura

National Geographic