Hay una cosa más cierta que ninguna: si estás leyendo estas líneas, es porque estás vivo. Tus órganos vitales funcionan y, estés en la situación que estés, eres capaz de respirar y mantener la atención puesta en la pantalla por un rato.

Sin embargo, ¿eso es estar realmente vivo? Cuando hablamos de muerte espiritual, nos referimos a una vida apática, sin sentido, sin ganas, sin entusiasmo. ¿Cuánta gente conoces que se levanta todas las mañanas, pero vive su vida como si fuera a durar para siempre? ¿Eres tú uno de ellos?

Para saberlo, revisa si te sientes identificado con estos cuatro síntomas. Si crees que sí, la mejor recomendación que tenemos para hacerte es que te tomes un momento para pensar en el tema, y descubrir qué es lo que le falta a tu vida, que la estás viviendo como un verdadero zombie.

Si no encuentras las respuestas por ti mismo, lo mejor que puedes hacer es hablar del tema con tu familia, amigos o con un profesional.

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Síntomas de que tienes una muerte espiritual

1. No te esfuerzas

Nada te importa y no te esfuerzas por cambiar nada a tu alrededor. Simplemente dejas que todo siga como está, incluso lo que anda mal. No te conmueve lo que sucede en el mundo. Lo único que te importa es llegar a casa todos los días para ver Netflix y olvidarte de todo hasta mañana.

Incluso te niegas a cambiar lo que no te gusta de ti mismo. Te has dado por vencido demasiado rápido en la vida.

2. No sientes esperanza

Si no te esfuerzas en absoluto es por una razón simple: has perdido la esperanza. Ya no crees en nada, y no sientes que las cosas puedan ser mejores. Entonces, simplemente sobrevives. No esperas mejorar, solo pasar el día.

La muerte espiritual tiene mucho que ver con eso: con la falta de confianza en que algo mejor está por venir.

3. Falta de aprendizaje

El tercer síntoma de muerte espiritual tiene que ver con la incapacidad de aprender de tus errores y superarte como persona. Lo más lindo de ser humanos es nuestra capacidad de superarnos permanentemente, de aprender y ser cada día una mejor versión de nosotros mismos.

Pero si la apatía y el desánimo se han apoderado de nosotros, no nos interesará superarnos. En cambio, preferiremos quedarnos como estamos, orgullosos y resentidos. Sin ganas de escuchar lo que el Universo tiene para decirnos.

4. No pides perdón

Dar y recibir el perdón es quizá una de las cosas más sanadoras que podemos tener en esta vida. Aprender a pedir perdón por las veces que hemos fallado y el compromiso de intentar no volver a hacerlo es más poderoso de lo que piensas.

A un amigo, a tu familia, a Dios o el Universo, a tu propio cuerpo. Pedir perdón es una manera de curar el alma. Pero quien atraviesa una muerte espiritual no es capaz de hacerlo. No puede pedir disculpas, porque no lo siente en su interior. Entonces, nunca tendrá la oportunidad de volver a empezar.

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¿Te sentiste identificado?

Tranquilo. La muerte espiritual, a diferencia de la física, puede revertirse. Solo es necesario que mires hacia tu interior y te propongas hacer un cambio. ¡Ánimo!

Fuentes:

Aleteia