En una relación de pareja, la culpa, sobre todo en momentos de crisis, puede convertirse en una espiral difícil de romper. Puede que unos se culpen a otros porque las cosas no van bien (¡parece más sencillo que enfrentarlo!), o que, por ejemplo, uno de ellos se haya equivocado y no logre trascender esa culpa. En cualquiera de las situaciones, el resentimiento crece y la energía positiva baja.

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¿La culpa está perjudicando tu relación de pareja? Aquí te contaremos algunas señales para darte cuenta si es así:

  • Tu pareja te hace responsable de los problemas que surgen.
  • A tu pareja le cuesta asumir las críticas y reconocer sus errores, pero puede fácilmente señalarte los tuyos.
  • Tú o tu pareja sienten que no "hacen" suficientemente feliz al otro.
  • Tu pareja te hace responsable a ti por sus acciones o comportamientos.
  • Cada vez que discutes, sientes culpa.
  • Tu pareja o tú tienden rápidamente a asumir toda la responsabilidad cuando las cosas andan mal.

Si la culpa ronda tu pareja:

Cultiva tu autoestima

La culpa, muchas veces es el revés de una baja autoestima, ya sea porque tú la asumes o porque el otro encuentra en eso la manera de desligarse de su rol en los problemas. No busques ser perfecto para el otro y deja que él/ella también asuman su responsabilidad si es que las cosas no funcionan bien.

Sin querer, cuando culpamos a los demás por lo que pensamos, decimos o hacemos, nos ponemos en un lugar pasivo, donde no tenemos poder de decisión. Y muchas veces, de esa manera nos victimizamos.

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Deja de pensar que culpar es "normal"

Quizás lo hayas hecho desde que eras pequeño, pero culpar al otro no tiene que ser habitual. Cada uno debe lidiar con sus propios conflictos y problemas tomando consciencia de sus acciones. No tiene sentido depositar en los demás nuestras propias frustraciones, miedos, inseguridades, temores o iras; en algún momento deberemos enfrentarnos a ellas.

¿Cómo detener la culpa?

Culpar al otro es autodestructivo, desempodera, daña la relación y bloquea el contacto con el otro. Además, estanca el conflicto, generando mayor negatividad.

Al mismo tiempo, genera dinámicas tóxicas en la pareja: si una persona permite que su pareja la culpa reiteradamente, terminara rechazándola emocionalmente: no hay nada de amor sano en permitir ser la víctima de alguien, y viceversa.

Por eso, en principio, la base de todo es la sinceridad de uno con uno mismo. Aprender a reconocer los problemas y nuestra acción (para bien o mal) en ellos. Luego, es importante poder transmitirlo a la pareja para que el otro también trabaje su propio registro.

Solo haciéndose cargo cada uno de su lugar es posible construir un vínculo más sano, seguro y confiable para ambos, y fortalecer el amor.

Fuentes:

https://themindsjournal.com