Arreglar calles, cosechar en el campo, lijar tablones de madera, fabricar muebles. Estas son solo algunas de las tareas que realizan los presos en todo el mundo. Sin embargo, los que logran trabajar, son los menos.

En 2016, en Estados Unidos -el país con más presos del mundo- de los 2.16 millones de reclusos, solo 60.000 trabajaron, según R Street, una ONG estadounidense que se dedica a la investigación de políticas públicas.

Desde R Street, explicaron que hay tres tipos de trabajo en la cárcel: labores de cocina o limpieza en la propia prisión, tareas para agencias estatales y empleo para empresas privadas.

Una problemática a nivel mundial

La situación es parecida alrededor del mundo. En Argentina, la mayoría de la población carcelaria no recibe capacitación laboral (79%) ni trabaja (60%), según datos del Sistema Nacional de Estadística sobre Ejecución de la Pena. En ese país hay alrededor de 76.000 presos, según datos de 2018 y los especialistas aseguran que la superpoblación de las cárceles diluye la oferta de capacitaciones laborales.

Además, según un informe publicado por el Centro de Estudios Latinoamericanos sobre Inseguridad y Violencia (CELIV) en 2015, el trabajo en las cárceles de Brasil alcanzó al 48,3% de los presos; al 56,4% en Chile; y al 71,9% en Perú.

bonos de impacto social

Pero varios especialistas aseguran que tener un oficio y conseguir trabajo es uno de los principales factores para lograr la reinserción social y laboral al salir de la cárcel. Además, ocupar la mente de los detenidos con capacitaciones también ayuda a pacificar la convivencia.

"Hay un desarrollo de habilidades y de confianza, y un comportamiento saludable... llegar a tiempo, hacer un buen trabajo, ser elogiado por ese trabajo", señaló Chandra Bozelko, ex reclusa que ahora se dedica a escribir sobre temas relacionados con la reforma de la justicia penal.

Reticencia por parte de las empresas

Pero a pesar de los beneficios tanto a nivel laboral como social y personal, existe mucha reticencia por parte de las empresas para su participación en los esquemas de trabajo carcelario. La principal causa: la mala prensa que genera esta temática.

"Las compañías quieren estar asociadas a caridades reconocidas o ayudar sin entrar en complicaciones", aseguró Jenna Pandeli, experta en trabajo penitenciario de la Universidad de West of England.

Algunas empresas que emplearon a presos, como la cadena de supermercados Whole Foods -que contrató a reclusos para producir leche de cabra en su granja en Colorado-, debieron poner fin a esos esquemas por las protestas de sus clientes.

Fuentes

NeuroEconomía