Un caballo muere y ensombrece el 200º aniversario en Barcelona: lo que debía ser una jornada de celebración en el barrio de Sant Antoni de Barcelona por los 200 años del tradicional desfile de los Tres Tombs, quedó marcado este domingo por la repentina muerte de un caballo.
El animal, de ocho años y originario de Cerdanyola, colapsó de forma fulminante en plena calle Parlament, justo al inicio del recorrido. Su nombre era Santo y tiraba el carro que llevaba la figura de Sant Antoni, patrón de los animales.
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Triste cronología
El incidente obligó a interrumpir el desfile, desviar el recorrido y, finalmente, suspender la esperada bendición de animales, uno de los momentos más representativos de esta celebración. El cuerpo del caballo fue cubierto con una manta roja y retirado más tarde por un camión. Veterinarios del Departamento de Agricultura de la Generalitat, presentes por protocolo, certificaron que la muerte fue instantánea y sin sufrimiento aparente.
Este año, la edición de los Tres Tombs convocó a más de 70 carruajes, 200 caballos y alrededor de 600 traginers (arrieros en catalán) provenientes de 95 localidades catalanas, como parte de un encuentro nacional que buscaba rendir homenaje a esta histórica tradición. La fiesta, que se celebra en barrios como Sant Antoni y Sant Andreu, toma su nombre de las tres vueltas que antiguamente daban los carruajes por el barrio.
consecuencias
La organización lamentó profundamente el suceso. Andreu Bernadàs, presidente de la Federación Catalana de los Tres Tombs y de la del barrio, declaró a Betevé que el animal no presentaba signos de cansancio, ya que apenas había comenzado el recorrido.
Desde la fundación FAADA (Fundación para el Asesoramiento y Acción en Defensa de los Animales), denunciaron el suceso en redes sociales señalando que la causa podría haber sido un infarto derivado del estrés, y pidieron a las autoridades una regulación más estricta de este tipo de eventos.
Cabe destacar que este mismo año, la Federación de los Tres Tombs de Sant Antoni fue reconocida con la Creu de Sant Jordi, una de las máximas distinciones otorgadas por la Generalitat, por su labor en la preservación y difusión de esta tradición que honra la historia de los équidos y el oficio de los antiguos arrieros.