Día de la Salud Mental: cuidar la mente es un acto de resistencia. Cada 10 de octubre se celebra el Día Mundial de la Salud Mental, una fecha instaurada desde 1992 con el fin de visibilizar los desafíos emocionales, psicológicos y sociales que atraviesan millones de personas en el mundo.

Este día invita a detenernos, reflexionar y actuar: no solo para quienes sienten angustia, sino para todos como sociedad.

El panorama es profundo: una de cada cuatro personas padecerá algún tipo de trastorno mental a lo largo de su vida. Pero lo más grave es que dos tercios de quienes lo padecen no reciben tratamiento. Estas cifras—lejos de ser abstracciones—se traducen en personas que sufren en silencio o sin acceso a apoyo.

¿Por qué crece el malestar psicológico?

El aumento del malestar no es casual. Se relaciona con factores estructurales: crisis económica, desempleo, inflación, precariedad laboral, falta de redes de sostén social y desigualdad. Además, la pandemia transformó el mapa emocional de muchas personas, exacerbando la soledad, el miedo, el duelo y el estrés crónico. En este contexto, no basta con “ser fuerte”: necesitamos sistemas que respondan activamente al dolor mental.

El tema 2025: acceso a los servicios en situaciones críticas

Para este año, el lema internacional del Día Mundial es “Access to services – mental health in catastrophes and emergencies” (Acceso a los servicios: salud mental en catástrofes y emergencias). El foco está en garantizar que, incluso en crisis —como conflictos, desastres naturales o pandemias— las personas tengan acceso a atención psicológica, contención y redes de apoyo. Porque la salud mental no espera: se necesita acceso oportuno, equitativo y digno.

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Cada 10 de octubre se celebra el Día Mundial de la Salud Mental, una fecha instaurada desde 1992 con el fin de visibilizar los desafíos emocionales, psicológicos y sociales que atraviesan millones de personas en el mundo. (Imagen: Pinterest)
Cada 10 de octubre se celebra el Día Mundial de la Salud Mental, una fecha instaurada desde 1992 con el fin de visibilizar los desafíos emocionales, psicológicos y sociales que atraviesan millones de personas en el mundo. (Imagen: Pinterest)

Barreras que enfrentamos: lo que impide buscar ayuda

Existen múltiples obstáculos: estigma social (vergüenza por “estar mal”), falta de visibilidad de los síntomas, desconexión entre atención primaria y especializada, costos elevados, tiempos de espera prolongados y desigualdades territoriales. Un informe sobre barreras en Argentina resalta que muchas personas no saben dónde acudir o temen que no serán escuchadas con respeto. Estas barreras perpetúan el ciclo del silencio y el padecimiento invisible.

Qué podemos hacer —individual y colectivamente—

  • Hablar: compartir cómo nos sentimos con alguien de confianza es el primer paso para desterrar el aislamiento.
  • Buscar ayuda profesional: terapeutas, psicólogos, psiquiatras o centros comunitarios.
  • Promover entornos amigables: en la escuela, el trabajo o en el barrio, cultivar culturas de escucha y cuidado.
  • Políticas públicas: exigir financiación justa para salud mental, más servicios comunitarios y menos institucionalización.
  • Autocuidado: activar prácticas que nos reconecten (respiración consciente, descanso, arte, naturaleza).

Historias que transforman: del silencio a la palabra

Cuando alguien decide contar su historia —“me sentía invisible”, “pensé que no tenía derecho a pedir ayuda”—, rompe la barrera del estigma y contagia coraje. Las campañas de sensibilización que integran testimonios reales han demostrado su poder para humanizar el tema: no somos “casos”, somos personas que merecen contención, respeto y acceso real.