En el mundo animal, pocas relaciones sorprenden tanto como la que existe entre las madres canguro y sus crías. La conexión madre-cría que desafía la lógica en los canguros captó la atención de la ciencia debido a un fenómeno llamado “vínculo materno prolongado” o extended maternal association. ¿Amor o evolución?.
A diferencia de otras especies que cortan el lazo materno temprano, los canguros mantienen un contacto estrecho y funcional con sus crías incluso después de que estas abandonan la bolsa.
Un lazo más allá de la crianza básica
Este vínculo no se limita al amamantamiento o a la protección inicial: los jóvenes regresan a la madre para alimentarse, dormir cerca y buscar consuelo durante largos períodos, lo que sugiere una relación más compleja de lo que se creía. Incluso se observó que, si la madre tiene otra cría más joven en la bolsa, permite que el más grande se alimente también, en un claro ejemplo de inversión parental extendida.
¿Instinto afectivo o estrategia evolutiva?
Aunque podría parecer una muestra de “afecto” en términos humanos, los expertos señalan que este comportamiento tiene una fuerte raíz evolutiva. Al mantener ese lazo, se incrementan las posibilidades de que las crías sobrevivan en entornos hostiles. Esta estrategia, presente especialmente en especies como el canguro rojo (Macropus rufus), refleja cómo la selección natural favorece a madres que prolongan el cuidado.
Lo que dice la ciencia del vínculo
Estudios recientes en conducta animal revelan que este tipo de asociación materna prolongada también se observa en primates, elefantes y algunos cetáceos, pero en los canguros se destaca por su duración y adaptabilidad.
Comprender cómo y por qué ocurre este fenómeno puede ayudar a mejorar los esfuerzos de conservación y también a reflexionar sobre la profundidad de los lazos familiares en la naturaleza.
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en la raza humana
En los seres humanos también ocurre un fenómeno comparable, aunque mucho más complejo y matizado por factores culturales, emocionales y sociales.
En términos científicos, este tipo de "vínculo materno prolongado" se conoce como apego seguro o secure attachment, y se desarrolla cuando hay una conexión emocional estable y afectiva entre la madre (o figura primaria de cuidado) y el niño. Este vínculo no solo es crucial para la supervivencia del bebé, sino también para su desarrollo emocional, social y cognitivo.
Similitudes con el caso de los canguros:
- Proximidad física: así como el canguro mantiene a su cría en la bolsa, los humanos suelen practicar el contacto cercano (como el porteo o colecho) durante los primeros meses o años.
- Prolongación del cuidado: en muchas culturas, el cuidado activo y la dependencia emocional se extienden por años, incluso más allá de la infancia.
- Regulación emocional: igual que en canguros, las crías humanas recurren a sus madres para calmarse, obtener seguridad y retomar confianza ante situaciones nuevas o estresantes.
¿Amor o evolución?
En humanos, como en canguros, la evolución favoreció ese vínculo porque mejora las tasas de supervivencia y el desarrollo social. Pero con el tiempo, en nuestra especie también se volvió una fuente de afecto, identidad y construcción emocional. Es decir: amor y evolución pueden ir de la mano.