El hongo que “se alimenta” de radiación en Chernóbil se ubica en una de las zonas más peligrosas del planeta, donde la Energía radiante sigue siendo mortal para humanos y animales. En este sentido, los científicos encontraron un organismo capaz de hacer lo imposible: sobrevivir, crecer y prosperar.
Se trata de un hongo negro descubierto en los restos del reactor 4 de Chernóbil, un lugar donde ninguna forma de vida debería resistir… pero lo hace, y de manera sorprendente.
El hongo que convierte la radiación en energía
Los investigadores detectaron que este misterioso moho utiliza la radiación como fuente de energía, un proceso similar a la fotosíntesis, pero con radiación ionizante en lugar de luz solar.
Este mecanismo, llamado radiosíntesis, convierte un entorno letal en un ambiente “aprovechable” para su supervivencia. Para la ciencia, es una puerta abierta hacia nuevos tipos de biotecnología.

¿Cómo puede vivir en un ambiente tan extremo?
El hongo tiene grandes cantidades de melanina, el mismo pigmento que da color a nuestra piel. Esa melanina actúa como una especie de escudo y, al mismo tiempo, como un motor energético: absorbe la radiación y la transforma en alimento.
Spogomi: deporte que convierte recoger basura en una competencia
Chernóbil como laboratorio vivo: lo que los científicos están aprendiendo
Lejos de ser solo una catástrofe nuclear, la zona de exclusión se convirtió en un laboratorio natural donde los investigadores estudian cómo la vida se adapta a condiciones extremas.
El descubrimiento de este hongo plantea nuevas preguntas sobre:
- La capacidad de mutación de los organismos.
- Las formas alternativas de obtener energía.
- Los límites reales de la vida en la Tierra.
- Aplicaciones que podrían cambiar la medicina y la exploración espacial
El potencial de este hongo va mucho más allá del sitio donde fue hallado. Su melanina reactiva podría usarse para:
- Crear protectores biológicos contra la radiación para viajes espaciales.
- Desarrollar nuevos tratamientos médicos y terapias regenerativas.
- Diseñar materiales inteligentes que se autorreparen ante radiación.
- Proteger infraestructuras críticas en entornos hostiles.
La NASA ya estudia este organismo como posible aliado para futuras misiones a la Luna o Marte, donde la exposición a la radiación es mucho mayor que en la Tierra.
Global
