Sexo con tecnología: placer sí, pero ¿a qué costo ambiental?. La industria de los juguetes para adultos está creciendo como nunca antes. Se estima que este mercado superará los 20 mil millones de dólares para 2030, impulsado por la innovación tecnológica y una sociedad más abierta al bienestar sexual. Los dispositivos inteligentes, controlados por apps, hoy dominan la escena.

Tecnología al servicio del placer

Cada vez más personas optan por juguetes sexuales conectados a aplicaciones móviles que permiten controlar vibraciones a distancia, crear secuencias personalizadas o sincronizarlas con música. Ejemplos como el We-Vibe Chorus reflejan esta tendencia, ideal para parejas a distancia o experiencias más inmersivas.

Pero no todo es disfrute. La mayoría de estos dispositivos están hechos de plásticos difíciles de reciclar y siliconas que, una vez desechadas, pueden tardar siglos en degradarse. A esto se suma la dificultad de procesarlos por razones de higiene y mezcla de materiales.

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algunas empresas comienzan a mirar más allá del placer inmediato y apuestan por un modelo de producción más consciente. (Foto: Pinterest)
algunas empresas comienzan a mirar más allá del placer inmediato y apuestan por un modelo de producción más consciente. (Foto: Pinterest)

Hacia un placer más sostenible

En medio del auge global de los juguetes sexuales inteligentes, algunas empresas comienzan a mirar más allá del placer inmediato y apuestan por un modelo de producción más consciente. La sostenibilidad sexual ya no es solo una tendencia, sino una necesidad urgente frente a la crisis ambiental.

Varios fabricantes están desarrollando juguetes con materiales reciclados, como plásticos recuperados del océano, o utilizando silicona médica reciclable, que permite una vida útil más prolongada sin comprometer la seguridad ni la experiencia del usuario. Además, cada vez más modelos incorporan baterías recargables por USB, lo que evita el uso continuo de pilas descartables, una fuente importante de contaminación.

En paralelo, marcas innovadoras están introduciendo lubricantes ecológicos y veganos, libres de parabenos, microplásticos o derivados del petróleo. Estos productos no solo son más amigables con el cuerpo humano, sino también con el ecosistema, ya que sus residuos son más fáciles de degradar en el ambiente.

Además, algunas compañías empezaron a ofrecer programas de reciclaje de juguetes usados, con recolección directa o incentivos para que los clientes devuelvan dispositivos viejos a cambio de descuentos. Este cambio también viene impulsado desde la demanda. Una encuesta llevada a cabo por la plataforma Gleeden develó que el 75% de las usuarias está preocupada por el impacto ambiental de sus juguetes sexuales.

Este nuevo panorama abre la puerta a un diálogo necesario: ¿cómo lograr que el bienestar sexual no esté reñido con la sostenibilidad? La respuesta no solo está en manos de las marcas, sino también en el consumo informado y responsable de los usuarios. En tiempos donde cada elección cuenta, hasta el placer puede y debe ser ecológico.