El karité es unárbol de hasta 15 metros de altura que crece en las sabanas del oeste deÁfrica. Su nombre significa árbol de mantequilla y no es una sorpresa que susfrutos sean usados para la industria alimenticia y de belleza.

La manteca dekarité es un antiinfalmatorio gracias al ácido cinámico que contiene, y tambiénes un antioxidante y ayuda a reducir cicatrices, estrías y a humectar la pielde forma mucho más natural y rápida que la de otros productos sintéticos.     

Sin duda un producto así debe ser bueno para muchas personas, pero la oscura realidad es que detrás de cada pequeño tubo con cremas que tienen manteca de karité hay pueblos en Ghana en los que las mujeres no tienen más opción que vender su cotizado producto por cantidades mínimas de dinero.   

Ganando cerca de dos dólares por cinco días de trabajo, las mujeres de pueblos del norte de Ghana pasan todo el día recolectando nueces, machacando, tostando, moliendo y procesando todo hasta que forman una pasta que después se convertirá en manteca.

Cantan lo que sus madres les enseñaron y así sobreponen el arduo trabajo y se anestesian ante el duro calor de la sabana, pero esto no es un cuento en el que hay que apreciar la vida de personas que viven en el pasado, éstas mujeres saben lo poco que reciben y por eso se esfuerzan más para sacar a sus hijas adelante y que ellas no tengan que ser las que canten bajo el sol mientras tuestan nueces.  

Los hombres de la región son casi invisibles. Una sociedad patriarcal en la que las mujeres hacen el trabajo duro, cocinan y traen ingresos que gran parte de los hombres gastan en alcohol. Akwasi Sarponng, reportero de BBC dice que mientras las mujeres hacen todo el trabajo, ve a los pocos hombres tomando siestas bajo las sombras de los árboles.  

Una de las mujeres, Rebecca Atornyege, inició un colectivo para ayudar a las mujeres de la región, pues sabe que de no iniciar una empresa o colectivo, sus condiciones continuarán siendo precarias. Ella quiere que su nieta, abandonada por su padre, sea una enfermera o una doctora. Sin embargo, hay mujeres que se rehúsan al trabajo colectivo, que debido a celos y problemas difíciles de solucionar, continúan perpetuando la explotación laboral de las mujeres de la región.  


Algunas iniciativas han buscado apoyar a las mujeres para modernizar sus técnicas, mejorar la producción y asesorarlas en las cuestiones administrativas y de negocios para que puedan ganar más de dos dólares a la semana.

Sin embargo, y aunque parece un problema demasiado lejano a quienes consumimos los productos de belleza que contienen la manteca de karité, también está en nosotros apoyar a las organizaciones que trabajan directamente con esas mujeres.