Quizás alguna vez haz oído decir que “se puede oler el miedo”. Por ejemplo, cuando alguien se atemoriza de los animales se suele decir “tranquilízate, ellos huelen el miedo”. También se dice en las películas de terror sobre monstruos diversos.


Lo más increíble es que, en realidad, todos podemos “oler” emociones a través del sudor, sólo que sin darnos cuenta. Así lo demuestran muchos estudios que se han realizado a lo largo de los años.

¿Por qué sudamos?

La principal función del sudor es mantener la temperatura del cuerpo a un nivel estable. Para ello, el cuerpo humano cuenta con entre 2 y 4 millones de glándulas sudoríparas, y libera una media de a 600 o 700 centímetros cúbicos de líquido al día.

Además de mantener el cuerpo a la temperatura adecuada, el sudor también sirve para eliminar distintos metales y minerales, además de toxinas. Es decir, el sudor es también una herramienta de depuración del cuerpo.


Particularmente, tiene la función de volvernos “escurridizos” ante un posible ataque.

¿A qué huele el miedo?

Teniendo en cuenta esto, distintas investigaciones han tratado de averiguar si el sudor emocional huele igual que el sudor de todos los días, y han encontrado increíbles resultados.

Un experimento de la Universidad de Urecht, en Holanda, expuso a algunos hombres a ver películas especialmente destinadas a generar miedo o desagrado.

Luego, se recolectaron muestras de sudor de todos ellos, y se lo mostraron a 36 mujeres, que debían oler las muestras y decir si percibían alguna pista emocional a partir de ellas.


Lo mismo las que olieron muestras de hombres expuestos a películas que generaban asco. Ellas mostraban desagrado en su expresión, incluso cuando aseguraban que el olor del sudor era agradable.

Repetir las emociones: un mecanismo de defensa

Así como los animales se basan en el olfato para entender lo que los rodea, es posible que nuestros ancestros también lo utilizaran. Aunque hoy el lenguaje verbal ha dominado a otras maneras de comunicación, esos rastros primitivos han quedado en nosotros. 

Seguramente por eso, al oler el sudor imitamos, sin darnos cuenta, las sensaciones que ha tenido antes esa persona. Es que, en algún momento, debe haber sido vital para la supervivencia.

Cómo sucede esta imitación ha sido explicado por un estudio de la Universidad Estatal de Nueva York.

Los estudiosos tomaron muestras de sudor de las camisetas de personas que habían saltado en paracaídas. La mitad lo había hecho por primera vez, y la otra mitad eran experimentados.

Luego, le pidieron a unos voluntarios que olieran las muestras de sudor antes de mostrarles distintos rostros, algunos de ellos enfadados.

Los psicólogos descubrieron que quieren habían olido la muestra de sudor de los paracaidistas principiantes (es decir, los que tuvieron más miedo), estaban en un estado de alerta permanente. Con los rostros enfadados y con los amigables también.

En cambio, los que habían olido la otra muestra sólo estaban atentos a las caras enojadas.

Esto demuestra que nuestros sentidos, el olfato en este caso, y las señales de nuestro cuerpo, como el sudor, están preparadas para decir mucho más sobre nosotros de lo que estamos dispuestos a mencionar.