La psicología de los estilos de apego retrata la forma en que formamos relaciones estrechas en la adultez en base a los vínculos que tuvimos con nuestros primeros cuidadores en la infancia, es decir, nuestros padres o quien se haya encargado de nuestra crianza.

A continuación veremos cuáles son los tipos de apego esperando que te sean de ayuda no solo para identificar el tuyo sino para aprender a conocerte y, en caso de que lo creas necesario, modificar tus patrones de inseguridad en el apego.

De los cuatro tipos, solo uno pertenece al estilo de apego seguo y tres de ellos pertenecen al estilo de apego inseguro (el evitativo, el ansioso y el desordenado).

Estilo de apego seguro

Durante su infancia estas personas percibieron que recibían la atención requerida por sus cuidadores y que sus demandas eran atendidas. Se sintieron confiados para explorar su entorno con seguridad al estar respaldados y protegidos por un adulto incondicionalmente.

En la adultez son personas que se sienten cómodas expresando sus necesidades y sentimientos en sus relaciones. Saben decir no y establecer límites. Son dignos de amor y disfrutan tanto del tiempo juntos como separados no tienen problemas para construir relaciones a largo plazo sin temor al abandono.

Confían en las intenciones de sus parejas y los celos a menudo no son un problema para ellos. Las personas con apego seguro sienten que son dignas de amor y no necesitan garantías externas.

El estilo ansioso

Estas personas en su niñez sintieron que la atención de sus cuidadores no era estable ni constante. Este estilo de apego es común en las personas que crecieron con la creencia de que el amor no está siempre disponible por lo que debe ganarse, y a menudo han crecido complaciendo a sus padres o tratando de ser perfectos.

Esta incertidumbre les generó una actitud de miedo y ansiedad por el posible abandono del cuidador, que si bien podía estar presente, no siempre estaba accesible.

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En la adultez tenderán a mostrar desconfianza e inseguridad y buscarán la constante aprobación de su pareja por miedo a ser abandonados. Una persona con estilo de apego ansioso con frecuencia se funde en su pareja y teme que lo abandonen, lo que lo lleva a esforzarse mucho porque eso no suceda, creando relaciones de mucha dependencia.

Suele tener una profunda inseguridad, por lo que buscará la constante aprobación de su pareja y la continua confirmación del vínculo: “¿Me quieres?”, “¿Todavía te gusto?”.

Estas personas son más propensas a generar vínculos con personas abusivas, porque tienden a sobrevalorar a las personas con las que están y a subestimarse a sí mismos.

Estilo de apego evitativo

De niños detectaron un rechazo por parte de su figura de apego primaria que no les proporcionó las atenciones y cuidados necesarios.

Aprendieron a reprimir sus demandas y tomar distancia, mostrando una aparente independencia. Prefirieron no necesitar a su cuidador para evitar el gran dolor que les provocaba su rechazo.

Algunos padres que producen evitación en sus hijos son totalmente negligentes, pero otros simplemente están muy ocupados y estresados, cuentan con problemas personales no resueltos que se expresan como falta de atención o focalizan su vínculo en cuestiones como las calificaciones, las tareas o los modales dejando de lado la parte emocional de la crianza: Los sentimientos, las esperanzas, los sueños o los miedos.

Así como a las personas con apego evitativo les cuesta conectar con sus emociones y necesidades, también les cuesta relacionarse con las de los demás.

En cuanto captan una exigencia afectiva se repliegan sobre sí mismos y comienzan a preparar la huida. Parecen autosuficientes, cuando en realidad lo que hacen es aislarse para no arriesgarse a ser nuevamente rechazados, como lo sintieron en la infancia.

Se caracterizan por tener dificultades para confiar en la gente y sentirse amenazados por cualquiera que intente acercarse a ellos.

Estilo de apego desorganizado

De niños crecieron con una constante sensación de miedo por la negligencia de sus cuidadores (violencia, abuso, desprotección) y los niños que encajan en este grupo a menudo tienen explosiones de ira intensas.

Si el estilo ansioso muestra la angustia ante el abandono y el evitativo la distancia emocional, en el estilo desorganizado se manifiestan ambas síntomas de forma ambivalente.

De adultos les cuesta entenderse a sí mismos y mucho más que los entiendan. Muestran una polaridad agresivo-pasiva, mostrándose en un caso muy dominantes y controladores y en el otro totalmente sumisos y dependientes.

Pueden mostrarse sumamente interesados y al instante escaparse de forma repentina. Quieren algo tan profundamente que al conseguirlo se escapan. Si bien puede resultar contradictorio, esto se debe a que creen que siempre serán rechazados, pero no evitan la intimidad emocional.

Lo temen, y también lo buscan constantemente, solo para rechazarlo nuevamente.

En definitiva el apego desorganizado es una combinación de apego evasivo y ansioso, tienen dificultades para controlar sus emociones y un comportamiento extremadamente inconsistente por su dificultad para confiar en los demás.

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¿Qué hacer ahora?

La buena noticia es que los patrones de apego pueden cambiar si trabajamos en nosotros mismos. Este proceso comienza con la conciencia.

Al aprender sobre los sesgos naturales que hemos desarrollado en nuestras vidas, podemos comenzar a pensar de manera más crítica sobre el significado que le damos a las cosas que suceden entre nosotros y nuestra pareja.

Entender la forma en que uno interactúa con su pareja y saber por qué reacciona de cierta manera puede hacer que el viaje de curación sea mucho más fácil.

Por eso es esencial trabajar en uno mismo para descubrir sus patrones, miedos y sesgos. En Pura Mente App podrás encontrar meditaciones y reflexiones específicas para trabajar en tí y mejorar tus vínculos y de forma completamente gratuita.

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Recuerda: Los comportamientos siempre pueden corregirse, los pensamientos no son verdades y las emociones son el producto del trabajo que hagas en tí mismo.