Un nuevo estudio revela que el silencio regenera el cerebro- segun una investigación alemana el sosiego activa la neurogénesis adulta y favorece la creación de nuevas neuronas, incluso más que la música o los sonidos ambientales.

La neurociencia lo confirma: el silencio no solo calma, también regenera el cerebro

Investigadores del Centro de Terapias Regenerativas de Dresde (CRTD), en Alemania, descubrieron que la ausencia de estímulos auditivos puede activar la neurogénesis adulta, el proceso por el cual el cerebro genera nuevas neuronas incluso en la adultez.

Los resultados, publicados en la revista Brain Structure and Function, muestran que tanto el silencio como ciertos sonidos específicos pueden estimular la proliferación de células precursoras. Este hallazgo abre nuevas puertas sobre cómo el entorno auditivo influye en la plasticidad cerebral.

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Foto: Silvia en Pixabay

Cómo los sonidos —y el silencio— activan la producción de nuevas neuronas

El estudio analizó el impacto de distintos estímulos auditivos en ratones: ruido ambiental estándar, ruido blanco, llamados de crías, silencio, y música de piano de Mozart.

Los investigadores se sorprendieron al comprobar que todos los sonidos, excepto el ruido blanco, aumentaron la proliferación de células precursoras en las primeras 24 horas. Estas células, identificadas mediante marcadores como Sox2, forman parte del primer paso de la neurogénesis.

Esto significa que el cerebro, incluso el adulto, responde a señales auditivas no específicas activando un “primer lote” de neuronas inmaduras. Es decir, prepara el terreno para futuras conexiones y aprendizajes, independientemente de si el sonido tiene un significado real para el individuo.

El poder del silencio: el único estímulo con efecto sostenido

El hallazgo más sorprendente llegó a largo plazo:👉solo el silencio mantuvo un efecto sostenido en la generación de nuevas neuronas.

Después de siete días, los ratones expuestos al silencio mostraron un aumento notable de células BrdU/NeuN, indicador de que se estaban transformando en neuronas funcionales. En cambio, la música de Mozart, aunque estimulante al inicio, no generó un impacto duradero.

Esto sugiere que el cerebro interpreta el silencio como una señal poderosa, capaz de activar mecanismos profundos de regeneración y plasticidad neuronal.