África es un continente inmensamente rico. Horizontes que nos quitan el aliento, fauna salvaje en libertad y culturas ancestrales nos motivan a dar el primer paso de nuestra aventura. Sin embargo, de alguna forma la calidad de sus playas parece verse relegada a un segundo plano. Hoy abordamos de lleno este recurso natural y nos vestimos de exploradores en la Isla de Zanzíbar.

El archipiélago de Zanzíbar exhibe a Unguja como su isla principal. Con una superficie de 1,666 km² es de un tamaño muy similar a Gran Canaria o al territorio francés de Guadalupe. Stone Town o ‘la ciudad de piedra’, en el oeste, es su capital y punto de referencia. La singularidad y belleza de las puertas de madera de sus hogares, finamente talladas a mano, son indudablemente su característica más reconocible. Cada puerta es la seña de identidad de la familia que allí vive, como si se tratara de su escudo. Sus detalles informan acerca del origen de la familia, su posición social y económica, el número de hijos, la religión y el trabajo.

La cultura swahili y árabe se fusionan en esta urbe que vio nacer y partir a una leyenda de la música, al mítico Freddy Mercury.

Ciudad de piedra, Zanzíbar

Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2000, su centro histórico aloja una medina árabe repleta de callejuelas estrechas que nos hacen sentir que estamos inmersos en un laberinto. Es toda una experiencia deambular por el mercadillo de Darajani, donde puedes comprar literalmente de todo. Además, no te puedes perder los Jardines Forodhani, el lugar perfecto para degustar las delicias de marisco y pescado fresco en sus puestos callejeros, el Palacio de las Maravillas (Beit-el-Ajaib) y contemplar el atardecer desde su puerto mientras los grupos de jóvenes se zambullen en el agua.

Una visita que nos encoge el corazón, pero sin duda recomendable, es el ‘East Africa Slave Trade Exhibit’. Entre 1830 y 1873 este museo fue un mercado de esclavos donde se subastaron alrededor de 600.000 personas, que partían en condiciones infrahumanas hacia las plantaciones americanas. Un lugar que nos ayuda a detener nuestras vidas por un segundo y recapacitar sobre nuestros errores, para nunca más volverlos a cometer.

Mercado de Forodhani

El norte de la isla esconde las mejores playas. Los alrededores de Nungwi o Kendwa son un destino popular para mochileros y viajeros de presupuesto limitado, con hoteles económicos, un ambiente animado y la posibilidad de practicar deportes náuticos como el snorkel. Miles de buceadores llegan al Atolón de Mnemba atraídos por los arrecifes de coral, la claridad y limpieza de las aguas y la oportunidad de avistar a peces ídolos moro, peces payasos, espigas azules, varios tipos de estrellas de mar, tortugas y delfines.

La costa este se caracteriza por una marea más brava y movida, una naturaleza salvaje y bares y restaurantes que miran a la inmensidad del Océano Índico. Entre las maravillosas playas de la cara oriental destacamos Pongwe, Bwejuu, Paje y Jambiani, donde podremos bucear en la espectacular Kuza Cave. En Pingwe se encuentra el que posiblemente es el restaurante más llamativo y curioso de la isla, ‘The Rock’. Está situado sobre un pedazo de viejo arrecife de coral aislado en medio de la playa. Cuando sube la marea, disponen de una barcaza que navega hasta el borde del peñón. Ya sea para cenar o degustar un mojito, la experiencia es insuperable.

Jozani Chwaka Bay National Park, en el centro de la isla, es el único parque nacional y el lugar donde conocer a los famosos monos colobos rojos, animales en peligro de extinción.

Mono de colobo rojo de Zanzíbar

La zona sur presenta un litoral con multitud de manglares y pequeños acantilados de coral y es donde se localizan los hoteles de lujo. La marea en esta parte de la isla desciende de manera muy considerable. Es el lugar idóneo para disfrutar de los mejores atardeceres de Zanzíbar. A medida que el sol se esconde el cielo parece transformarse y cambiar de color por segundos.

El aclamado tour de las especias es otra de las actividades triunfales entre los turistas. Visitarás una auténtica granja de cultivo de especias, como el clavo, la nuez moscada, la canela, la pimienta negra, la vainilla y el cardamomo, además de aprender sus propiedades medicinales y sus posibles usos en la cocina.

Tu aventura no será completa si no usas el transporte local, el dalla-dalla, que básicamente es un mini bus que va parando de pueblo en pueblo. Suelen ir abarrotados y los horarios no son de fiar, sin embargo no deja de ser una experiencia interesante. No te sorprendas si en tu itinerario te encuentras con miembros de la tribu masái, ya que acuden a Zanzíbar para vender la artesanía de su pueblo.

La cocina zanzibarí es una sabrosa mezcolanza de influencias árabes, indias y británicas aderezadas con las especias de la isla. Como platos más representativos están la sambusa, un estilo de empanadillas rellenas de carne especiada o verduras; mchicha wa nazi, espinacas con leche de coco; y nyama choma, carne asada. Quizás un zumo natural de frutas exóticas sea el mejor acompañamiento.

Esto son solo algunas pinceladas de lo que te aguarda en una isla que engancha, gracias al sinfín de tonalidades turquesas, un pueblo con costumbres genuinas y playas interminables acompañadas de un clima maravilloso. Zanzíbar te sorprenderá y emocionará durante todo tu viaje. Y esas emociones te harán volver.

“Si alguna vez he visto magia, ha sido en África”,

John Hemingway.