El excesivo uso en nuestra vida cotidiana de plásticos elaborados a base de petróleo preocupa cada vez más. Su incomparable versatilidad como material tiene como contracara su incapacidad de degradarse y su inevitable impacto ambiental. Como consecuencia, las políticas públicas deberían estar orientadas a la reducción del consumo de plásticos bajo la consigna de que no hay mejor residuo que el que no se genera. Dado el arraigo a este material y su utilización mundial, científicos, investigadores y empresas innovadoras buscan alternativas para obtener materiales bio-plásticos.

La cualidad preponderante del plástico es su versatilidad: su elasticidad y flexibilidad permiten moldearlo y adaptarlo a diferentes formas y aplicaciones. Así es como logra estar presente en múltiples productos. No obstante, no es degradable ni biodegradable. La “degradación del plástico” es un proceso por el cual éste se separa en trozos cada vez más pequeños, pero nunca logra desaparecer. Los pequeños trozos de plástico, que se denominan “microplástico” alcanzan medidas ínfimas, llegando a ser imperceptibles. Los seres vivos en la base de la cadena alimenticia comienzan a ingerirlos y de este modo el plástico ingresa en la cadena trófica.
Así ocurren dos posibles escenarios; esos pequeños animales mueren a causa de la ingesta de plásticos (poniendo en riesgo la continuidad de toda la cadena alimenticia que le prosigue) o los animales subsisten y se continúa con la cadena hasta que finalmente son ingeridos por humanos. Es decir, los seres humanos estamos consumiendo minúsculos trozos de plástico de una forma alarmante, que con el paso de los años se acumula en nuestro organismo, con consecuencias que aún se desconocen.

¿Por qué seguimos produciendo plásticos?


En la actualidad se conocen materiales alternativos más ecológicos que, de hecho, pueden hacer uso de nuestros desechos orgánicos diarios como materia prima. El real problema aquí es que la industria del plástico es un negocio multimillonario, por lo cual se desalienta la inversión, investigación e incentivos para el desarrollo y difusión de las alternativas ecológicas.
No obstante, algunos países y empresas con mayor conciencia han optado por sustituir el plástico para evitar sus impactos ambientales, a partir de diversas formas ecológicas de fabricar el plástico.

1. Plástico cultivado a partir de hongos
Eben Bayer es un joven inventor que desarrolló un sustituto del poliestireno expandido (más conocido como telgopor) a partir de la mezcla de hongos con residuos de agricultura. A partir de esta mezcla se logran las mismas propiedades que posee el telgopor, permitiendo su moldura para todo tipo de embalajes. Una vez utilizado, puede reciclarse como abono, o incluso convertirse en macetas de jardín.

2. Vasos desechables de seda y camarones
Javier Fernández ha creado un material que parece plástico traslúcido normal a partir de la piel de los insectos. Puede utilizarse para crear objetos desechables. La idea es trabajar estos materiales para crear elementos de uso cotidiano que se puedan desechar e ingresen nuevamente al medio ambiente de forma útil. Paradójicamente, el material resultó más resistente que el plástico normal. Una vez descartado, el material desaparece rápidamente e incluso sirve como fertilizante.

3. Plástico a partir de cáscaras de papas
A partir del etanol o de las resinas obtenidas del proceso de fermentación del almidón de las papas se puede generar una especie de plástico que, incluso, es susceptible de mezclarse con otros materiales para conseguir algo parecido a la fibra de vidrio. Al ser un derivado del almidón, este material tiene la ventaja de convertirse en un desecho compostable, ya que es 100% natural desde su origen.

4. PLA: Plástico a partir del maíz
Este producto se genera a partir del almidón, el polímero natural generado como hidrato de carbono que la planta sintetiza durante la fotosíntesis para utilizar como reserva de energía. El maíz, y los cereales en general, contienen gran cantidad de almidón que puede ser procesado y convertido en plástico.
Sanyo, una de las empresas impulsoras del PLA, estimó en su momento que se necesitarían 85 granos de maíz para hacer un CD, con un mazorca tenemos el pack de 10 discos. Fueron los primeros en anunciar la fabricación de CDs a base de maíz, y luego varias empresas sumaron esta tecnología a sus productos: Fujitsu, Pioneer, Sony, DoCoMo.

5. Con piel de tomate
Científicos del Instituto de Ciencias Materiales de Sevilla con la colaboración de la Universidad de Málaga han logrado elaborar un plástico totalmente biodegradable a partir de la piel del tomate. Este producto puede constituirse en un sustituto económico frente a las bolsas fabricadas con maíz y patata que se encuentran hoy en algunos supermercados del mundo, ya que sólo se utiliza un componente de la piel del tomate, sin involucrar otras materias primas. Actualmente se investiga la posibilidad de alargar o acortar la vida de este nuevo plástico.

6. A partir de bananas
El proyecto “Going Bananas” finalista de la competencia Google ScienceFair, desarrollado por la joven Elif Bilgin propone la producción de plástico a partir de las bananas. “El método que he diseñado es tan simple que prácticamente lo puede hacer uno en casa. Todo el mundo puede usar ese plástico y nuestro bello planeta se ahorrará las consecuencias de la producción de plásticos con derivados del petróleo, como la contaminación del aire, suelo y agua” anunció la joven. La cáscara de la banana es igual de rica en almidón que la de la papa y además es uno de los desechos más comunes de la industria alimentaria.
El proceso es simple: se colocan las cáscaras en una solución de sodio y luego se hierven. Una vez alcanzado determinado punto de cocción, se mezcla la pasta con pequeñas cantidades de glicerina, soda cáustica y ácido clorhídrico. El plástico se mantiene inalterable y resistente.

¿Alimentos o materia prima?
La mayoría de las alternativas al uso del plástico elaborado a base de hidrocarburos propone su producción en base a sustancias cuya utilización primaria es alimenticia. Como consecuencia, se debería dar un debate respecto de si es éticamente aceptable que en un mundo donde 870 millones de personas no cubren la ración mínima diaria se utilicen alimentos para producir plástico.