* Por Daniel Colombo

Que el entorno nos modifica seguro que lo has vivido más de una vez: basta con recordar aquel trabajo donde sentías mucha incomodidad por cómo actuaban las quienes eran jefes o líderes, e incluso cómo te sientes al saber que hubo un terremoto con graves consecuencias del otro lado del mundo, o que una persona cercana está muy feliz por un logro, y tú también lo sientes y específicamente se llama ‘compersión’.
Sin ir tan lejos, la forma de convivencia con tu familia, amigos y círculo cercano también te modifica. Es que adquirimos hábitos, creencias y modalidades de acción, que con el tiempo se van fijando en nuestra forma de ser y de actuar.
Uno de los más reconocidos estudiosos de estos factores de aprendizaje y comportamiento fue Albert Bandura, psicólogo canadiense-estadounidense con ascendencia ucraniana. Con su trabajo puede decirse que revolucionó la psicología, entre ellos la llamada Teoría del Aprendizaje Social.

De aprender sólo repetición, a la observación e imitación

Desde la corriente psicológica del conductismo se promulga que la base del aprendizaje se basa en la repetición de ensayos y en reforzarlos; incluso dejaban de lado cualquier influencia de lo social en el proceso cognitivo, es decir, lo relativo al conocimiento en su sentido más amplio.
En cambio, la teoría del aprendizaje social de Bandura parte de la idea de que, en la infancia, todos aprendemos de los entornos sociales donde estamos insertos a través de la observación y la imitación del comportamiento que vemos, escuchamos y sentimos.
Esto significa que no sólo aprendemos en base a la propia experiencia, sino también a partir de observar y capturar lo que nos resulta interesante o relevante de los demás, tanto contributivo como no contributivo.
Precisamente esto es lo que se llama “modelado”, que se da cuando se observa el comportamiento de los demás, se fija una idea de cómo se puede replicarlo en uno, y luego se ejecuta a través de un comportamiento.

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niño feliz

Los 3 modelos del aprendizaje en general

Sintéticamente, el autor comparte que hay tres modelos principales a partir de los que aprendemos:

  1. El aprendizaje en vivo y en directo: involucra a una persona en concreto, actuando de cierta manera específica, y palpando la experiencia por sí misma.
  2. El aprendizaje por instrucción verbal: incluye el describir y explicar un comportamiento.
  3. El aprendizaje por modelos simbólicos: por ejemplo, a través de libros, películas, información, estudio tradicional, programas, páginas de Internet, personajes reales o de ficción, que muestran ciertas actitudes.

Las cuatro condiciones del aprendizaje social

Albert Bandura investigó y postuló que para que se produzca un verdadero aprendizaje social, entendido como la interrelación con las demás personas y en un proceso que no tiene fin, necesitan darse cuatro condiciones:

Primera: La atención

Para aprender cualquier persona necesita mantener un nivel de enfoque y atención específico. Por ejemplo, en el caso de la infancia, es usual que si ven algo novedoso o distintivo les llame más la atención. Lo mismo sucede con los adultos en esta era de indigestión de estímulos.

Segunda: La retención

En este caso, se le llama así al proceso de internalizar la información que la persona observa en los comportamientos de otra gente (lo que ve y modela), en lo que la nutre (por ejemplo, al leer un libro) y lo que surge de sus propias vivencias (lo que experimenta directamente), para almacenarlo en forma de recuerdo.
Ese recuerdo podrá ser evocado luego y resignificado de acuerdo con el momento en que cada persona lo traiga presente.

Tercera: La reproducción

Esta parte del aprendizaje social consiste en reproducir la información que se retuvo anteriormente, y que esté disponible para usarla cuando la persona decida. Un ejemplo típico es un discurso que darás en público: lo ensayas, preparas, y cuando llega el momento, vivirás la experiencia.
Para la fase de reproducción es fundamental el momento de la retención y el almacenamiento en forma de recuerdos. Aquí vale resaltar que las neurociencias han demostrado que lo que se experimenta y vivencia se recuerda más que lo que simplemente se lee u observa en los demás.

Cuarta: La motivación

En palabras sencillas, motivación es tener motivos. Porque sin motivación no surge el interés por cualquier cosa, inclusive aprender.
Muchos de los comportamientos motivacionales surgen de la observación: por ejemplo, cuando vemos que otra persona es recompensada o que es reprobada cuando hace determinada acción, puede ser que te motive a hacer algo parecido o a evitarlo. ¿Por qué? Simplemente porque se creó el punto de referencia a partir de la observación.

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3 ideas de Bandura que nos invitan a reflexionar

¿Qué podemos extraer de la extensa obra de Albert Bandura y aplicarlo en la vida diaria? Aquí tienes estas tres ideas en lenguaje sencillo:

1 – Aprendemos imitando

Seguramente has escuchado aquello de que en la infancia imitamos a las personas mayores que nos criaron; y que es posible que, de adultos, recreemos muchos de esos comportamientos -que incluso podrían limitarnos-, en forma inconsciente.
Por ejemplo, si vivimos en un entorno carente de amor, quizás nos cueste demostrarlo a otras personas; o si la imagen de pareja de los padres ha sido disfuncional, generará un pacto en nuestra forma de actuar en ese mismo campo cuando somos adultos. Claro que son aspectos que se trabajan con psicoterapia y se pueden reconducir.
Bandura demostró que es posible adquirir ciertas conductas sin necesidad de obtener nada a cambio; esto se da sencillamente por la influencia del entorno próximo. Por ejemplo, si vemos acciones violentas contra determinada cosa por parte de figuras de poder que nos han criado, es posible que lo repitamos en la vida adulta.
Por lo tanto, si eres referencia para otras personas es importante que te auto observes porque estarán imitándote. Tanto si eres madre, padre, líder de un equipo, docente: funciona en todos los niveles y edades.

2. No todos los aprendizajes son observables

A diferencia de la corriente conductista que sólo daba por cierto un aprendizaje cuando había un cambio observable en la conducta de alguien, Bandura sostiene que es posible incorporar información nueva sin que se refleje en comportamientos obvios rápidos hacia afuera.
Por ejemplo, no son visibles de inmediato la reflexión, el resultado de la meditación, la toma decisiones o la autorregulación de las emociones.
Sí es cierto que se podrá observar el efecto en la conducta una vez que pase el tiempo, aunque no de inmediato.

3. Las personas y su entorno se influencian mutuamente

¿Has escuchado esa idea de que el aleteo de una pequeña mariposa a miles de kilómetros de distancia, se hace sentir del otro lado del mundo? Este proverbio chino es el origen de lo que se llama “el efecto mariposa”, postulado por el matemático y meteorólogo Edward Lorenz.

Lejos de considerar a la persona como un sujeto pasivo que es arrastrado por el entorno en determinado rumbo, Albert Bandura dice que la influencia es recíproca. De esta forma, la persona se transforma, y también lo hace su entorno directo. Y viceversa.

Es una relación bidireccional, que explica por qué un cambio de conducta personal puede afectar también alrededor. Es decir que se influyen mutuamente.

Entonces, ¿Cómo aceptar el destino personal de ser agentes de cambio permanente, que influye en un sentido y otro en tu paso por el mundo? La respuesta la da el propio Bandura con una de sus frases más célebres: “Confiar en ti mismo no garantiza el éxito, pero no hacerlo garantiza el fracaso”.