¿Cuál es el ingrediente que podría dañar tus células?: se encuentra en gaseosas, jugos y alimentos procesados. Aunque aprobado por organismos internacionales, su uso frecuente preocupa por su impacto en la salud celular y el sistema nervioso.
¿Qué es el benzoato de sodio?
El benzoato de sodio (E-211) es un conservante utilizado para prolongar la vida útil de bebidas, salsas, aderezos, productos de panadería y otros alimentos industriales. Su función principal es evitar el crecimiento de bacterias, hongos y levaduras, especialmente en productos con alto contenido de agua.
¿Dónde lo encontramos?
Es común en:
- Gaseosas y jugos industriales
- Conservas vegetales
- Mermeladas y dulces
- Yogures y postres lácteos
- Enjuagues bucales y medicamentos líquidos

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¿Por qué se considera controvertido?
Aunque el benzoato de sodio está permitido por la FDA y la EFSA (Autoridades de EE.UU. y Europa, respectivamente), varios estudios han advertido sobre su posible relación con:
- Aumento del estrés oxidativo en las células
- Alteraciones en la función mitocondrial (la “fábrica de energía” de nuestras células)
- Potencial efecto combinado con vitamina C, que podría generar pequeñas cantidades de benceno, una sustancia cancerígena.
Además, algunas investigaciones lo relacionan con problemas de hiperactividad en niños, especialmente cuando se combina con colorantes artificiales.
¿Cómo minimizar su consumo?
- Evitá bebidas industriales azucaradas: son su principal fuente.
- Leé las etiquetas: buscá “benzoato de sodio” o “E-211”.
- Elegí alimentos frescos o con conservantes naturales, como el ácido cítrico.
- Prepará jugos, salsas o postres caseros sin conservantes.
- Un llamado a revisar lo cotidiano
Así como ocurre con la tartrazina, el benzoato de sodio es uno de esos ingredientes “invisibles” que consumimos a diario sin darnos cuenta. Si bien no siempre genera efectos inmediatos, su exposición prolongada podría acumular consecuencias.
⚠️ Conclusión: lo que conserva, también puede alterar
El benzoato de sodio cumple una función tecnológica, pero su presencia constante en productos ultraprocesados obliga a repensar nuestros hábitos de consumo. La buena noticia: existen alternativas más seguras y saludables.