Si bien hemos escuchado innumerables veces que el consumo de algunas drogas legales e ilegales, como el tabaco o el alcohol, durante el embarazo puede acarrear problemas tanto a la madre como al bebé, no muchas veces podemos comprender la magnitud de dichos problemas o simplemente nunca hemos visto sus efectos en persona.

Sharon y Paul, un matrimonio que adoptó 5 niños, entre los que se encontraban Andy y Rachel, fueron advertidos de que sus respectivas madres biológicas bebieron altas cantidades de alcohol durante el embarazo. Sin embargo, los servicios sociales no le dieron mucha importancia durante los años que formaron parte del sistema.

En su niñez, Andy padecía de ataques de pánico en lugares donde había mucha gente; tenía dificultades para concentrarse o lavarse los dientes, y más adelante fue diagnosticado con el síndrome alcohólico fetal.

Rachel dejó de crecer a los 10 años y también fue diagnosticada con el síndrome.

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Otros problemas siguieron apareciendo, por ejemplo, a Andy la mandíbula inferior se le desarrolló correctamente, mientras que la superior permaneció como la de un niño y debió ser operado a los 17 años.

A Rachel le costaba caminar largas distancias y mover las articulaciones, y por si fuera poco sufre de trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).

No es fácil predecir cuántos niños padecen de este síndrome, sin embargo, un estudio del Centro de Adicción y Salud Mental de Canadá estima que cada año nacen en el mundo unos 119.000 niños con este síndrome. Entre los síntomas que caracterizan a este síndrome podemos encontrar:

  • Cabeza más pequeña que la media
  • Crecimiento deficiente
  • Problemas de movimiento y coordinación
  • Dificultades de aprendizaje
  • Problemas de comportamiento y de atención
  • Problemas en el hígado, riñones, corazón y otros órganos
  • Problemas de audición y visión

Vivir con estos síntomas causa sentimientos muy fuertes y conflictivos. "Tengo que luchar cada día con unos síntomas sabiendo que eran totalmente evitables. Es muy duro, pero a veces pienso que no sé cuál era la situación de mi madre biológica ni cuáles eran sus circunstancias", asegura Andy.

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En cuanto a los posibles efectos del alcohol en los fetos, la comunidad científica no tiene una respuesta definitiva. Si bien es obvio que altas cantidades de alcohol pueden tener efectos catastróficos, los expertos no saben cuál es el límite seguro de consumo durante la gestación.

No hay una cantidad que se haya probado que sea segura, dijo Jacques Moritz, director de ginecología en el hospital St. Luke’s-Roosevelt en Nueva York. Aun así, muchas mujeres deciden consumir las cantidades que consideran seguras. Se estima que 1 de cada 8 mujeres en Estados Unidos consume al menos una bebida alcohólica al mes.

Según Sharon, "Hay que ayudar a diagnosticar a todos los niños que lo sufren y ayudarlos para evitar que padezcan trastornos derivados, como problemas de salud mental”.

El síndrome alcohólico fetal es un daño cerebral permanente, pero no una condena de por vida. Es posible que los niños y futuros adultos tengan vidas plenas con el tratamiento adecuado y el apoyo de sus familiares más cercanos.

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BBC Mundo