Todo comenzó cuando Kevin Kumala, biólogo indonesio, regresó a su Bali natal tras pasar una década estudiando en Estados Unidos. Cuando llegó, Kevin se encontró con que las paradisíacas playas de su infancia estaban convertidas en montañas de plásticos que eran arrastrados por el mar. 
 
Se estima que unas 3,2 millones de toneladas de plástico contaminan cada año las costas indonesias. Luego de China, Indonesia es el país que más contamina en el mundo. Y lo peor era que Kevin sabía muy bien que el plástico en el océano no era solamente un inconveniente para el turismo, sino para la vida. Esas toneladas de plástico acaban en los estómagos de aves y animales marinos, que terminan muriendo ahogados o intoxicados. 

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kevin kumala drinking a plastic bag

Kumala, entonces, decidió buscar una solución. Considerando que ya era "demasiado tarde para cambiar nuestros hábitos", y que la gente deje de utilizar plástico o lo recicle por completo, centró sus esfuerzos en encontrar un reemplazo a este material hecho de petróleo.

Encontró lo que buscaba en la yuca, una planta abundante en Indonesia, donde alrededor de 25,2 millones de toneladas se cultivan cada año. Utilizando almidón de yuca, replicó el proceso que se utiliza para fabricar bolsas de petróleo, incluso utilizando las mismas máquinas.

Las bolsas obtenidas con este material resultan similares a la vista y el tacto que las de plástico convencional, y son igual de resistentes, pero la diferencia está en que son biodegradables. Si acaban en el océano, no se convierten en un arma letal para los peces, sino en agua y comida.

Kumala ha decidido demostrar al mundo que estas bolsas son 100% inocuas para el ambiente y los animales. Por eso, se ha grabado a sí mismo bebiendo una bolsa disuelta en agua caliente. Su video se ha hecho viral.

El precio de cada bolsa es de cinco céntimos de dólar, más del doble de lo que costaría una bolsa de plástico normal, pero es mucho más que dinero lo que está en juego.

Este plástico de almidón de yuca pueden convertirse en compost en menos de 100 días, en contraposición a cientos de años que tardan las bolsas normales, y se disuelve en minutos en agua caliente sin toxicidad oral.