En octubre de 2017, un grupo de manifestantes se acercó a protestar una charla que daba un supremacista blanco. Quienes tienen esta ideología creen que las personas blancas son superiores a las personas de otras etnias, por lo que deben dominar sobre ellas. Pero el sorpresivo desenlace de la jornada tiene un poderoso mensaje sobre el activismo y el diálogo.
Luego de varias horas de protesta y discusiones entre quienes asistieron al evento y quienes se manifestaban en contra, las cámaras de los medios y de algunos celulares captaron un abrazo entre un afroamericano y un neo-nazi. En el medio de golpes y disturbios, Aaron Courtney, decidió preguntarle a quien tenía en frente: “¿Qué es lo que no te gusta de mí?”. Luego de repetir la pregunta y no encontrar respuesta, lo abrazó hasta que el racista respondió: “No lo sé”.
Luego de que la poderosa imagen de este abrazo se viralizó, Aaron declaró: "Le podría haber pegado. Lo podría haber lastimado. Pero algo en mí dijo, '¿Sabes qué? Él solo necesita amor'".
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El amor
No es la primera vez que un activista dialoga de este modo. Christian Piccolino, un ex neo-nazi y fundador de la ONG “Life after Hate”, trabaja con un concepto similar. La organización busca ayudar a las personas a abandonar los grupos de odio – especialmente los grupos de supremacía blanca.
Su fundador sostiene: “No me imagino a alguien cambiando de opinión porque le hayan pegado en la cara. Eso los convierte en víctimas. Entonces...abraza a un nazi.”, la clave para entender y transformar las creencias de los supremacistas blancos es la comprensión.
La mejor manera de destruir el odio, es con amor
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El diálogo
“Si pasas cinco minutos con tu archienemigo te vas a dar cuenta que tienen cosas en común” afirma Daryl Davis, otro activista. Hace años que se sienta a conversar con miembros del Ku Klux Klan. Entablando una amistad con ellos logró que escuchen sus ideas y experiencias. Así no solo forjó amistades, sino también logró que más de 200 miembros abandonen el Klan.
Luego de conocerlo a Davis, descubrieron que muchos de los prejuicios que tenían sobre él estaban ligados a preconceptos racistas que recibieron en su educación. Para reconciliarse, necesitaron escucharse y respetarse.
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Este tipo de activismo también ha generado debates:
- Es entendible que quienes sufren de discriminación sistemática no quieran acercarse a "conversar los problemas". ¿Por qué son los oprimidos quienes deben ceder y “poner la otra mejilla”?
- Dialogar con un grupo de actores violento implica un riesgo. ¿Es seguro para el discriminado acercarse al opresor?
Ya lo anunciaba Martin Luther King en los años 60: "La oscuridad no puede expulsar a la oscuridad: solo la luz puede hacer eso. El odio no puede expulsar al odio: solo el amor puede hacer eso.”
Si hay algo que podemos aprender de estos activistas es que el diálogo y la escucha son herramientas fundamentales para entender y hablar con quienes piensan distinto, así como una educación rica en tolerancia. Y en ese sentido, son herramientas fundamentales para construir una sociedad más justa y menos desigual.