Tamara Brunswig
(@astroilustra)

En este inicio del 2020 (y a lo largo de todo el año) veremos con más claridad cómo las estructuras comienzan a caer para dar lugar a nuevas formas de sostener y ser autoridad.

Se hacen más visibles las resistencias de viejas estructuras que han quedado caducas para este tiempo. En la lucha de poder por conservar el lugar de autoridad, un lado y el otro, la vieja estructura y la necesidad de un cambio, chocan y estallan. Sentimos desgarro y dolor.

Esto que se manifiesta de múltiples formas en el afuera (en las noticias se ve claro) también lo vivimos de alguna forma en nuestro fuero interno.

Observemos las tensiones que nos habitan. ¿Cómo nos sostenemos? ¿Qué nos da estructura? ¿Cuánta flexibilidad y apertura tenemos? ¿Cual es nuestro mayor temor? ¿Cómo evitamos vivir eso que tanto tememos?

Detrás de todo esto se halla nuestro núcleo más sensible y vulnerable.

El eclipse nos ayuda a ver nuestra parte más humana, mamífera, de apego y anhelo de pertenencia.

Nuestra resistencia al cambio se encuentra ligada a este núcleo canceriano que como humanos todos tenemos, ya que la matriz de nuestra psiquis se asienta en las energías cáncer-leo. ‘Soy en tanto pertenezco a una tribu que me da seguridad. Somos lo más parecidos posibles y dejamos la amenaza de la diferencia afuera’. El ego se construye sobre esta base de pertenencia y aprobación de la tribu. La mayor amenaza es el exilio.

¿Cuáles son nuestros espacios de pertenencia hoy? ¿Podemos ser nosotros mismos y decir lo que sentimos y pensamos allí? Sobre todo, ¿Podemos diferenciarnos de lo que otros de allí piensan, y manifestar opiniones opuestas? O pensamos siempre igual?

Diferenciarnos y poder tolerar las diferencias es signo de crecimiento. Este eclipse nos invita a dar ese paso. Animarnos a pararnos un poco más sobre nuestros pies, creer en nuestra fuerza y sostén, sin dejar de estar en contacto con nuestra sensibilidad y vulnerabilidad.

Que la diferenciación no sea de forma reactiva y adolescente (esto para los que ya son adultos), queriendo convencer al otro de pensar como nosotros, sino desde la confianza en nosotros mismos y lo que sentimos. Aceptándonos y aceptando la diferencia del otro.

Ser autoridad no es lo mismo que ser autoritario.

Ser autoridad no es imponer ni obligar.

Ser autoridad en nuestra propia vida es dejar de buscar respuestas y referencias afuera y empezar a buscarlas adentro. Enraizar en uno.

Aceptar, sin juzgar, es amar. Y para crecer necesitamos mucho de eso.

Para que como sociedad podamos crecer.

Para que la naturaleza pueda crecer.

Para que nosotros podamos crecer.

Necesitamos mucho amor.

Amor amor amor.

Para abrazar lo que hay y también lo que está naciendo. Aceptar es amar.