Cuando Katie Stubblefield tenía 18 años trató de suicidarse con un arma de fuego. Al ser trasladada al hospital, le salvaron la vida, pero su rostro quedó desfigurado permanentemente.

Hoy en día, a los 22 años y luego de un largo período de cirugías reconstructivas, Katie comparte el resultado de su nuevo rostro en la revista National Geographic. Un periodista y un fotógrafo de la revista tuvieron acceso a la clínica de Ohio donde Katie fue operada, y pudieron cubrir el procedimiento, que se extendió durante 31 horas.

Hasta ahora, solo existen 40 personas en el mundo que sido sometidas a un trasplante de cara completo. Para mayor infortunio, los gastos de esta cirugía no los cubren los seguros médicos estadounidenses (al igual que otros seguros médicos en distintos países del mundo), ya que es una forma experimental de cirugía.

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En el caso de Katie, su cirugía la cubrió el Instituto de Medicina Regenerativa de las Fuerzas Armadas, que busca mejorar los tratamientos para soldados heridos en la guerra. En cuanto al rostro donado, provenía de una mujer de 31 años que murió a causa de una sobredosis. Schneider era donante de órganos, pero la decisión de trasplantar su cara provino de su abuela, quien se reunió con Katie para acordar la operación.

Katie cuenta no tener muchos recuerdos de su vida antes del intento de suicidio, pero sus padres aseguran que pasó dificultades debido a una fallida relación sentimental, una mudanza y problemas gastrointestinales crónicos. La joven decidió acabar con su vida, pero solo consiguió deformar su cara, sobre todo su nariz, parte de la frente, el hueso de la mandíbula. También sufrió graves heridas en su cerebro.

Antes del trasplante completo, Katie fue sometida a varias cirugías reconstructivas, como la reconstrucción de su mandíbula, gracias a la tecnología 3D. No tenía idea de qué era un trasplante de rostro hasta que mis padres me lo explicaron y me entusiasmé demasiado, asegura Katie sobre la cirugía.

Al día de hoy, Katie presenta problemas para hablar, por el daño de la bala a su mandíbula, también deberá estar bajo un tratamiento especial con medicamentos por el resto de su vida, para evitar que su cuerpo rechace el implante.

Sin embargo Katie espera poder ir a la universidad, pero también quiere dedicarse a hablar con adolescentes sobre el suicidio y el valor de la vida. "Tanta gente me ha ayudado, ahora yo quiero ayudar a otra gente", dice. Brian Gastman, cirujano plástico de la Clínica Cleveland, le dijo a la cadena estadounidense CNN que esta fue la "máxima segunda oportunidad" para Stubblefield.

Esperamos que la salud de Katie se mantenga estable y que su cuerpo acepte exitosamente su trasplante. Y también que esta historia cree conciencia sobre el problema del suicidio adolescente, una iniciativa de la que Katie planea ser una portavoz.

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Fuente:

BBC Mundo