La conciencia sobre el sufrimiento animal que se esconde detrás de la industria textil ha aumentado y lleva a una gran cantidad de consumidores a preguntarse por el origen de su ropa.

En este caso, hablamos de la lana merino que, dentro de las múltiples variedades que existen, es una de las más utilizadas en el mundo de la moda por a su finura, elasticidad y suavidad. Con ella se confeccionan trajes de lujo, jerséis de invierno y ropa térmica y ultraligera para los deportistas.

El valor económico de esta materia prima se ha multiplicado durante los últimos cinco años debido a que la demanda supera por mucho a la oferta. Pero su confección implica el sufrimiento al que son expuestos a diario miles de ovinos.

El 88% de la lana fina de merino de alta calidad proviene de Australia. Para aumentar su producción, se ha modificado genéticamente a esta raza de ovejas, convirtiéndolas en máquinas de producir lana: la cría selectiva ha generado una gran cantidad de pliegues en su piel, lo que les confiere una mayor superficie cubierta de lana.

La lana puede alcanzar la mitad del peso corporal del animal, algo totalmente antinatural y que tiene como consecuencia, en muchísimos casos, la muerte debido al exceso de calor en los meses de verano o al frío en el invierno, o por quedarse las ovejas sin protección luego de ser esquiladas.

oveja merino con exceso de lana


La modificación genética ha convertido a la merino en una especie más vulnerable a los parásitos, especialmente a la mosca lucilia cuprina, que deposita sus huevos en los pliegues de la piel de los corderos y, una vez eclosionados, las larvas atacan y la lana no puede utilizarse.

Para evitar esto, los criadores de ovejas las someten a un procedimiento llamado mulesing. El mismo consiste en cortarle a los animales jóvenes grandes porciones de piel en la zona que rodea al ano, para eliminar los pliegues donde se acumulan restos de heces que atraen a estas moscas. Esta mutilación se realiza sin anestesia y es un proceso muy sangriento.

En muchos países esta práctica está prohibida, pero en Australia el 90% de las ovejas son sometidas al mulesing. El resultado de esto es una lana manchada de sangre y a costa del horror que deben vivir los animales que, en su mayoría, solo poseen semanas de vida.

En muchas ocasiones es difícil acceder a una información real sobre el origen de los productos que consumimos. La mayoría de las empresas no dan a conocer el detalle de su cadena de producción, no se interesan en el tema o desconocen el origen de la lana que utilizan.

Frente a este panorama, la principal forma de no seguir financiando el negocio que implica el sufrimiento de miles de animales es optar por alternativas que no utilicen lana de ningún tipo y elegir materiales nobles que respetan el bienestar animal.

¿DEJARÍAS DE USAR LANA MERINO?


Fuente:
La Vanguardia