El cromosoma Y en declive: ¿una amenaza para la humanidad?, ¿desaparecerá el marcador sexual masculino?, ¿es un peligro real o solo un mito genético? Esto es lo que tenés que saber.
¿Qué es el cromosoma Y y por qué es tan importante?
Los humanos tenemos 23 pares de cromosomas, y uno de esos pares determina nuestro sexo biológico: XX para mujeres y XY para varones. Mientras que las mujeres solo transmiten el cromosoma X, los hombres pueden transmitir el X o el Y, lo que define si un bebé nacerá biológicamente como mujer o varón.
El cromosoma Y, sin embargo, es mucho más pequeño y contiene muchos menos genes que el X. Y según investigaciones científicas, está perdiendo información genética a lo largo del tiempo.
¿Se está debilitando el cromosoma Y?
Sí. Estudios genéticos muestran que el cromosoma Y ha perdido más del 90% de sus genes en los últimos 200 millones de años. Aunque esto suene alarmante, el proceso es extremadamente lento y no implica una desaparición inminente.
Los científicos descubrieron que este deterioro es el resultado de mutaciones acumuladas, dado que el cromosoma Y no se recombina con otro cromosoma durante la reproducción, como sí ocurre con los demás pares.
Te puede interesar- El cambio climático afecta tus huesos sin que te des cuenta

¿Qué pasaría si el cromosoma Y desaparece?
Una de las grandes preguntas es: ¿podría desaparecer el sexo masculino si el cromosoma Y se extingue? La respuesta no es simple. En algunas especies, como ciertas ratas y topos, el cromosoma Y ha desaparecido, pero los machos se siguen reproduciendo gracias a mecanismos genéticos alternativos.
En el caso de los humanos, la ciencia sugiere que el cuerpo podría adaptarse, y que ciertos genes del cromosoma Y podrían migrar a otros cromosomas o ser reemplazados por funciones equivalentes. De hecho, el gen clave que determina el sexo masculino, llamado SRY, podría activarse en otra parte del genoma en un futuro evolutivo.
¿Estamos frente a una crisis genética?
Por ahora, no hay evidencia de que el deterioro del cromosoma Y represente una amenaza inmediata para la especie humana. Pero sí plantea interrogantes fascinantes sobre la evolución, la reproducción y cómo podrían cambiar los mecanismos biológicos en los próximos milenios.
Los investigadores continúan observando este fenómeno, no para generar alarma, sino para entender mejor los procesos evolutivos que siguen moldeando nuestro ADN.