Ratones con cerebro humano: la ciencia cruza un límite inquietante al realizar una intervención sin precedentes. Un grupo de cientificos insertaron un fragmento de ADN humano en roedores de laboratorio. El resultado fue sorprendente. Los animales modificados desarrollaron cerebros con un volumen mayor al habitual para su especie, abriendo interrogantes sobre el rol de ciertos genes en la evolución del órgano más complejo del cuerpo humano.
El foco del experimento estuvo en un segmento específico del genoma humano conocido como HARE5, una región que actúa como interruptor maestro durante el desarrollo embrionario, regulando otros genes clave en la formación del cerebro. En particular, HARE5 estimula la vía de señalización WNT, fundamental para que las células progenitoras neuronales se multipliquen y se especialicen. Para entender su importancia, imaginemos que este gen funciona como una serie de anotaciones inteligentes en el plano de una obra: no cambia la estructura general, pero optimiza recursos, tiempos y materiales.
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Una mirada al neocórtex... ¿y a la consciencia?
Los ratones que recibieron este fragmento de código humano mostraron una expansión del neocórtex, la capa externa del cerebro vinculada a funciones superiores como el razonamiento y el procesamiento sensorial. De acuerdo al estudio publicado en Nature, la masa cerebral aumentó un 6,5% respecto a los ratones no modificados, debido a una mayor producción de neuronas.
Más allá del tamaño, los investigadores observaron diferencias funcionales. La actividad eléctrica del cerebro reveló un cambio en la conectividad cortical: algunas zonas empezaron a operar de forma más autónoma, lo que sugiere una incipiente especialización de regiones, aunque todavía no está claro si esto implicó mejoras en habilidades cognitivas o en memoria.
Este tipo de avances vuelve a poner en la mesa una de las preguntas más fascinantes de la neurociencia: ¿de dónde proviene la consciencia?. Un reciente estudio enfrentó dos teorías rivales sobre su origen fisiológico, y los resultados no fueron los esperados, lo que indica que aún estamos lejos de comprender del todo este fenómeno.
El cerebro humano: grande, pero sobre todo complejo
Aunque el ser humano no posee el cerebro más voluminoso del reino animal, sí presenta una arquitectura excepcional dentro del mundo de los mamíferos. Desde que nos separamos evolutivamente de los chimpancés, este órgano se ha triplicado en tamaño. Además, investigaciones recientes sugieren que seguimos desafiando el supuesto límite evolutivo que restringiría el crecimiento cerebral en otras especies.
Incluso hay datos que muestran una expansión continua. Según estudios de la Universidad de California, en el último siglo el tamaño promedio del cerebro humano creció un 6,6%. Las razones aún no están del todo claras: podría tratarse de una respuesta adaptativa frente a enfermedades neurodegenerativas o de una reacción a cambios ambientales y culturales.
¿Qué son las HAR y por qué importan?
En este camino, los genetistas identificaron una serie de segmentos genéticos clave: las regiones aceleradas humanas o HAR, tramos de ADN que evolucionaron rápidamente solo en nuestra especie. Se descubrieron miles, y muchas funcionan como reguladores del genoma, es decir, no codifican proteínas, pero controlan cuándo, dónde y cuánto se expresan ciertos genes.
HARE5 es una de las más prometedoras. Ya había sido vinculada al desarrollo cerebral, pero este nuevo experimento con ratones confirma su influencia directa en el crecimiento del neocórtex.