Tras 30 años de cautiverio: la elefanta Pupy dejó el Ecoparque y viaja a Brasil. Parecía que este día no iba a llegar, pero finalmente, dejó el recinto que ocupó por tres largas décadas en el Ecoparque porteño y se dirige por tierra al Santuario de Elefantes brasilero, un oasis de 1.110 hectáreas situado en medio del Mato Grosso donde vive la elefanta Mara desde el 14 mayo de 2020.

Allí, se convertirá en la primera habitante del espacio destinado a las elefantas africanas, especie a la que pertenece, pero no estará sola mucho tiempo: pronto se le sumará Kenia, habitante del ex zoo de Mendoza.

Este traslado, festejado por miles de personas en las redes, sufrió un retraso burocrático en los últimos dos años, y había sido iniciado en 2017. Pero para la elefanta —llegada el 22 de mayo de 1993 al ex Jardín Zoológico, que luego vio morir a su madre, primero y a su compañera de cautiverio, después— fueron más de 30 años de espera para salir del encierro.

nuevos horizontes

Los cuidadores se despidieron de Pupy (Prensa GCBA)
Los cuidadores se despidieron de Pupy (Prensa GCBA)

La nueva vida de Pupy acaba de empezar. El viaje de traslado durará entre cuatro y cinco días, e incluirá paradas programadas para asegurar su bienestar ya que estará sujeto a factores como las condiciones climáticas, el tráfico y los tiempos de aduana en Argentina y Brasil. Durante todo el recorrido, Pupy será acompañada por personal especializado del Ecoparque y del Santuario, quienes cuentan con una vasta experiencia en traslados de elefantes, garantizando su bienestar en cada etapa del trayecto.

El destino es un espacio rodeado de selva, de sabana, con frutas nuevas por conocer, con pastos crecidos sobre los que caminar... Estará circundada por una naturaleza exuberante que no deja de crecer y que la ayudará a recuperar la dignidad que el cautiverio le quitó. Y aunque nunca se cruzarña con Mara, porque es asiática y está en otro lugar, seguramente identificará sus “cornetazos”, como llama Scott Blais, director del SEB, a las vocalizaciones con las que las elefantas se comunican en el santuario. Juntas convivieron en el ex Zoológico, aunque poco tiempo: no se llevaban bien y debieron separarlas. Desde entonces, Kuky y Pupy se turnaban con Mara para estar un tiempo en la parte externa del recinto porteño.

“Siempre es una felicidad enorme esperar la llegada de un nuevo miembro al santuario. Llevamos años realizando este trabajo con la máxima profesionalidad y con la colaboración de varios organismos públicos, a nivel nacional, que entienden la magnitud de la responsabilidad que supone mantener y transportar elefantes, incluso entre dos países”, asegura Daniel Moura, biólogo de la SEB. “Seguir la evolución de cada elefante tras su llegada, sólo demuestra que vamos por el buen camino y que sin la colaboración de decenas, a veces de cientos de personas, nada de esto sería posible”, confirma.
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El momento en que Pupy pisa la caja especialmente diseñada para el viaje hasta el santuario de Brasil (Prensa GCBA /Juan Manuel Llorens)
El momento en que Pupy pisa la caja especialmente diseñada para el viaje hasta el santuario de Brasil (Prensa GCBA /Juan Manuel Llorens)

El largo camino hacia la sanación de Pupy

Aunque no existe un registro histórico preciso sobre cómo comenzó la vida de los elefantes en cautiverio en América, su llegada al continente está ligada a la caza ilegal y al comercio de fauna silvestre procedente de África y Asia.

En la década del 90, las disrupciones del gobierno de turno abrieron las puertas a la colección privada y pública de cientos de animales de distintas especies, tanto asiáticas como africanas. La idea de exhibir elefantes en entornos urbanos atrajo a varios interesados y, en 1993 —durante la privatización del Zoológico de Buenos Aires bajo la gestión de Gerardo Sofovich, iniciada en 1989— ingresaron diversas especies para renovar la colección y atraer a más visitantes. Entre ellas, llegaron Pupy y Kuky. Dos años después, en 1995, se sumó Mara.

Es posible que ambas pasaran un tiempo en un centro de acopio, antes de ser enviadas a Argentina.

duras vivencias

Desde su llegada al Zoológico de Buenos Aires, las elefantas africanas compartieron el mismo recinto durante 31 años. Sin embargo, su convivencia no siempre fue armoniosa: el espacio reducido y la falta de un espacio adecuado dificultaban una interacción natural entre ellas aunque la tenían.

La muerte de Kuky definió un punto de inflexión en la vida de Pupy. Pese a que perdió a su única compañera de cautiverio, los especialistas observaron que en el último tiempo comenzó a mostrar signos de mayor tranquilidad, lo que sugiere que la convivencia en un espacio pequeño limitaba una buena interacción. Ese contexto reforzó la necesidad de trasladarla al santuario de Brasil, donde podrá vivir en un contexto saludable.

Aunque Pupy se prepara para este momento desde hace más de cuatro años, las últimas semanas fueron determinantes para concretar su traslado. “El equipo del Ecoparque de Buenos Aires y la Fundación Franz Weber trabaja en su preparación desde hace años. Esa preparación incluye un entrenamiento positivo para que la elefanta se acostumbre a la caja de transporte y a los procedimientos necesarios para su bienestar durante el viaje”, explica Sciolla.

Fuente- Infobae