Todos estamos en una carrera para salvar al planeta. No podemos menospreciar el esfuerzo individual de cada persona, sin embargo, en momentos de crisis como estos, en los que el agua se está terminando en las grandes ciudades del mundo, cuando los polos están desapareciendo y más, se deben doblar esos esfuerzos.

La gente que se dice ambientalista tienen características en común, y una de ellas es que la mayoría han adoptado una dieta, si bien no vegana, por lo menos vegetariana. Éticamente y personalmente pueden tener sus razones, pero la verdad es que esta es una de las mejores formas de ahorrar recursos naturales y salvar al planeta. No se trata de sentirte mal si aún no haces el cambio, sino de ser consciente de lo que la alimentación moderna significa para el planeta.

“No puedes llamarte un ambientalista y comer carne. Punto.”

Howard Lyman

(Fuente: La Vanguardia)

Las palabras de Lyman, agricultor, activista de los derechos de los animales y promotor del veganismo son importantes en el siglo XXI, pues en países occidentales es común que entre el 4 y 5% de la población sea vegana, sólo países en los que la cultura lo ha instaurado, como la India, se llega a un 30 %.

Objetivamente, consumir carne es muy dañino para el ambiente, estos son sólo algunos datos que lo demuestran. Para el consumo humano, se crían más de 20 mil millones de pollos, mil quinientos millones de vacas, más de mil millones de ovejas y casi la misma cantidad de cerdos.

(La Vanguardia)

Se utilizan 33 millones de kilómetros cuadrados para mantener a todos esos animales, en total, todo ese espacio es del tamaño de África. Además, eso es sin contar todo el terreno que se utiliza para sembrar y crecer los alimentos para estos animales, que si bien, si se dejara de usar podría convertirse en desierto, con un cuidado extraordinario, serviría para comenzar a plantar nueva vegetación que ayudaría a reducir el calentamiento global.

15 % de los gases invernadero son producidos por el ganado del que nos alimentamos. Eso equivale a todos los gases invernadero de los autos, aviones y trenes del mundo combinados. Por lo que, dejar el auto, cambiarlo por una bici, pero seguir consumiendo carne, realmente no ayuda en mucho si lo comparas.

También es importante notar la cantidad de agua que se utiliza para la agricultura. El 70 % del agua potable es destinada a esta actividad por cada kilo de carne de res se utilizan cerca de 15 mil litros de agua, 6 mil litros para cerdo y 4 mil para pollo. Los vegetales también utilizan cientos, pero no miles litros por cada kilogramo que se produce.

¿Prohibir la carne?

Pie de foto

Es prácticamente imposible que suceda, ni siquiera ante una crisis como la actual. El consumo de carne va más allá de la alimentación, se trata de un aspecto cultural y social de gran impacto. Cerca de mil millones de personas viven de actividades relacionadas a la ganadería, por lo que una imposición así afectaría la vida de cerca de una séptima parte de la población.

Tal vez la respuesta está en que la gente que consume carne baje la ingesta de la misma, que se creen programas sociales y campañas que no te digan que lo dejes para siempre, pero que lo trates como un alimento de lujo. Hay personas que comen carne casi todos los días y además de ser un riesgo para su salud, aceleran el daño al planeta.

Tal vez el encarecimiento del agua, impuestos a la carne y opciones similares sean mal recibidas, pero eso puede ayudar a darle prioridad a las cosas que importan en el futuro, pues si algo es seguro, es que si seguimos así, pronto nos enfrentaremos a problemas aún mayores.

Fuente:

The Guardian

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