Los incendios que arrasan con la selva amazónica están agravando el estrés sobre el clima y el medio ambiente mundial que se desencadenó inicialmente por los fuegos excepcionales de este verano en el Ártico, según informó la Organización Meteorológica Mundial, portavoz autorizado de por la ONU.

Los incendios forestales no son algo nuevo. De hecho, durante la temporada seca brasileña, de julio a octubre, se intensifican naturalmente como resultado de las condiciones del clima. Sin embargo, esta oleada no es consistente con el curso natural de las cosas, sino con la quema de tierras, de acuerdo con imágenes satelitales de la NASA y la Agencia Europea Espacial (ESA). Según los expertos, es producto de la deforestación para la cría de ganado y para el cultivo de soja para alimentar a los animales.

Pero estos focos de fuego no son los únicos de los que debemos preocuparnos.

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Desde junio, también han ocurrido cientos de incendios forestales devastadores en el Ártico, concentrados principalmente en regiones deshabitadas de Alaska, Siberia y Groenlandia. Según los expertos, la magnitud del problema no tiene precedentes en la historia.

Estos incendios llegaron en conjunto con el mes de junio más caluroso de toda la historia, seguido de un mes de julio que se encuentra entre los más calientes de la historia.

Pero eso no es todo. Otras regiones de Europa y algunos países africanos, como Angola, también sufren incendios forestales.

De hecho, según la NASA, África es actualmente un “continente en llamas”: solo entre Angola y la República Democrática del Congo se han registrado 9 mil incendios forestales en lo que va de la semana. Eso equivale casi a cuatro veces más que todos los incendios amazónicos registrados en el mismo tiempo.

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El Sistema de Monitoreo de la Atmósfera de Copérnico (CAMS) de la Unión Europea informó que los incendios han liberado 255 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera del 1 al 25 de agosto, así como grandes cantidades de monóxido de carbono.

Y es que los incendios forestales no solo destruyen recursos naturales invaluables, sino que además liberan gases nocivos, como dióxido y monóxido de carbono, que viajan miles de kilómetros con las corrientes de aire y contaminan la calidad del aire de las regiones cercanas.

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Así fue como, el 19 de agosto, Sao Paulo quedó a oscuras como resultado del humo de los incendios, a pesar de estar a más de 2.500 kilómetros de la selva.

Hasta ahora, nuestra mejor herramienta para detectar incendios remotos han sido los satélites de agencias espaciales como la NASA o ESA.

Las autoridades del mundo enfrentan retos importantes en este frente, y combatirlos requerirá de medidas drásticas y de cooperación internacional.

Fuente:

Noticias ONU